La derecha vuelve a negar la verdad

A la hora que el juez Alejandro Madrid diera a conocer el fallo cuya conclusión es que el ex Presidente Eduardo Frei Montalva fue asesinado, haciendo uso los criminales de Estado de las circunstancias propicias que tuvieron por la operación quirúrgica a la que se vio obligado a someterse, los líderes o voceros de derecha no reconocen la verdad e intentan tapar el sol con un dedo.

La excusa son las etapas ulteriores del proceso judicial, se hace evidente su anhelo que en ellas se exculpe a los imputados y que las responsabilidades políticas del régimen dictatorial se diluyan en una tupida cortina de alegatos de algunos que tienen como especialidad ocultar los  hechos y negar la verdad histórica.

Los que exculpan a los criminales se refugian en el más cínico de los argumentos, que también ellos tienen Derechos Humanos y que el Estado está obligado a brindarles el debido proceso.

En rigor, su objetivo es camuflar bajo una montaña de argucias el carácter del régimen de Pinochet para salvar las propias responsabilidades políticas ante el terrorismo de Estado y su habitual renuncia a la justicia y a la verdad.

Con el escudo de negar los hechos rechazan cualquier esfuerzo de llegar a configurar un punto de vista mínimamente compartido de hechos históricos, que no se alejan a los albores de la formación de la nación, sino que de un pasado reciente que conmovieron el país.

En efecto, la premisa del fallo, su presunción en el lenguaje jurídico, se funda en un hecho indubitable, el ex Presidente Freí Montalva era un liderazgo político y social de tal potencia y envergadura que se constituía en una figura intolerable para el régimen y sus sicarios, que le veían como el líder capaz de unir a la oposición y encabezar una salida democrática.

No hay peor ciego que aquel que no quiere ver. El año 1974, en septiembre, el régimen extendió su brazo criminal a Buenos Aires y asesinó al general Carlos Prats y su esposa mediante una acción terrorista que calcinó sus cuerpos y su automóvil en su lugar de residencia.

Después ordenó el atentado contra Bernardo Leighton y su esposa en Roma, dejándoles gravemente heridos y con lesiones de por vida.

Más tarde, los agentes criminales del pinochetismo terminaron con la vida de Orlando Letelier y su secretaria, en Washington, usando el mismo expediente del atentado explosivo utilizado en otras de sus acciones de terrorismo de Estado.

Asimismo, la “Operación Cóndor” en conjunto con las dictaduras de Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil, fue un instrumento para secuestrar y asesinar sin piedad a centenares de jóvenes militantes de los partidos de la izquierda chilena.

Aquellos que hablan de pluralismo insertando al pinochetismo, intentan desconocer la naturaleza criminal del régimen, ejecutor una y otra vez de crueles e implacables asesinatos políticos, haciendo uso del terrorismo de Estado.

Con la irrupción de la ultraderecha se ha hecho visible el negacionismo, es decir, la decisión de negar los hechos y su alcance, como también desconocer el carácter del régimen instaurado en Chile, luego del derrumbe de la democracia en 1973.

Nuevamente, está en juego la principal lección política y moral asumida en Chile luego de la dictadura, la verdad histórica que señala que no existe ningún argumento ni pretexto alguno que pueda justificar los crímenes en contra de la vida y la dignidad del ser humano.

Cuando se niegan los hechos se está negando esa conclusión fundamental y ese valor universal.

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