La pobre política chilena

Nuestra política se centra principalmente en el conflicto y en un pobre diálogo. De eso hay total consciencia nacional. Salvo de los propios políticos que no escuchan para nada la opinión de quienes le dieron el voto y prefieren centrarse en sus pobrezas y ambiciones.

Es cierto, no son todos, pero si muchos. Muy especialmente los que pertenecen a partidos extremos que buscan la forma de realizar acusaciones constitucionales a todo político contrario que se asome con algún problema. Ellos son los sanos y perfectos, algunos se declaran seguidores de Cristo, pero hace tiempo que lo tienen olvidado y con su práctica lo han negado (Judas).

Es sabido que en nuestro país las propuestas extremas no tienen acogida en la mayoría de los electores. Por lo general se potencian alternativas de diálogo antes que de confrontación, propuestas de cambio antes que de refundación, relación de amistad cívica antes que la guerra política. Por lo tanto, es de suponer que ni siquiera hay una sintonía con la población, pero se refugian en grupos que no superan un tercio de los electores para azuzar y levantar propuestas que saben no serán acogida por la mayoría de la población.

Este enfoque se caracteriza por simplificar soluciones a problemas complejos (como recortes fiscales, militarización o pena de muerte) y por construir narrativas que estigmatizan al adversario político como "enemigo interno" (ej. uso de términos como "Chilezuela").

La pregunta que muchos nos hacemos. ¿Qué nos pasó que durante más de 20 años hubo una política distinta que permitió un avance y crecimiento del país como nunca en su historia. Con un proyecto de país, con un respeto por las instituciones, con diálogos que lograron cambios importantes para la vueltas a la democracia, como terminar con los senadores designados.

A modo de respuesta: Primero. Mi impresión es que el primer gran problema de nuestra política, es que no tiene un proyecto de país a construir. Sin ello, nos quedamos con peleas menores y con decisiones que no sabemos si tienen una significación positiva o negativa para su futuro, Perdimos una gran oportunidad de tener esa visión, cuando la comisión de expertos constitucionales llegaron a un gran acuerdo de todos los sectores, pero que no le gustó a la ultra derecha que se dedicó a torpedearlo, logrando su objetivo. Quizás sea la hora de rescatar ese proyecto, revisarlo y ponernos de acuerdo para construir esa visión común que le dé sentido y unidad a nuestra política. Sin un plan común estamos sujetos a ir de tumbo en tumbo, de gobiernos de un sector pasar al de otro sector y así viceversa como se viene dando en los últimos 20 años.

Segundo: La reforma electoral de 2015, que reemplazó el sistema binominal por uno proporcional, ha aumentado la fragmentación política, dificultando la coordinación entre partidos y la gobernabilidad. Ello no significa querer volver al binominal, sino rescatar lo que sirva de esa alternativa para superar esta gran fragmentación que incluso nos ha llevado a que en las pasadas elecciones municipales y regionales, un alto número de candidatos y de elegidos fueron independientes, quienes responden solo a su voluntad y no a visiones colectivas.

Tercero: Según el "Informe de Riesgo Político América Latina 2025", Chile enfrenta desafíos como la desafección democrática, el avance del populismo y la gobernabilidad bajo presión. Estos factores alimentan un clima de inestabilidad donde la confrontación gana terreno frente al diálogo. La llegada de Milei y Trump al escenario mundial y regional, de alguna manera refuerzan esta tendencia ya que hay quienes, al interior del país, se identifican con esas posiciones ultristas.

Anhelamos que en la contienda electoral que tendremos el presente año, se haga el esfuerzo por potenciar propuestas y no descalificaciones, ideologías y no ideologismos, el verdadero sentir por el bien común y no por particulares intereses, el buscar caminos de unidad en la diversidad y no el destruir al otro porque no piensa igual que yo. En definitiva debe primar el respeto y no esas palabras peyorativas descalificatorias hacia el oponente.

Es bueno que tengamos muy presente que solo con buenas armas se construye un buen futuro; con la revancha, el odio y la venganza solo se sabe destruir y hundir al país. Pido a los electores que con su conocida sensatez privilegien a quienes usan buenas armas, sobre los que solo buscan descalificar y destruir lo que hace o piensa el oponente, porque sus argumentos son muy débiles.

Queremos un país de paz y fraternidad y en eso debemos estar todos involucrados.

 

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