La rabia enceguece

En la Región de Antofagasta partió la última etapa del trabajo de la Convención Constitucional, ya emanó un "borrador" de 499 artículos y todo Chile espera el texto definitivo. Ante este avance se puede observar, una vez más, la ira del rechazo a la nueva Constitución en los dichos de sus más enconados adversarios.

Incluso, un honorable senador y ex ministro de la derecha debió dar excusas por retuitear un video con una intervención de Nicolás Maduro, del año 2020, adjudicándole ahora la condición de "jefe de campaña" del apruebo a la nueva Constitución.

Tratándose de un político que está en el reducido grupo de nombres habituales en la baraja y rebaraja de opciones presidenciales del conservadurismo hay que concluir lo evidente: la ira del rechazo le jugó una mala pasada. Horas después sus asesores debieron persuadirle que el despropósito era mayúsculo y debía retractarse.

Pero no es solo un parlamentario iracundo, también personas de cuya sofisticada pose intelectual se espera un mínimo de objetividad caen en rabiosos ataques a la nueva Constitución, intoxicándose en fatalistas predicciones, sin querer aceptar que el camino hacia lo que ellos temen, un autoritarismo de izquierda, puede llegar a existir no por la nueva Constitución sino que por las extremas condiciones de desigualdad, fractura y segmentación que quiebran a la sociedad chilena.

No se debe pasar por alto que la presidenta del Banco Central informó en el Senado que en el último año hubo 19 mil millones de dólares que salieron del país. Esta constante fuga de capitales refleja el egoísmo y mezquindad del sector financiero que sale a la caza de mejores rentabilidades y abandona el interés nacional. Esa enorme sangría de recursos significa ganancias fáciles para sus controladores y pobreza en las poblaciones populares.

La rabia del sector ultraconservador no está solo en su bronca hacia la nueva Constitución también es contra el gobierno de Gabriel Boric, el reflejo de ello fue el anuncio de una acusación constitucional de parlamentarios del Partido Republicano para deponer a la ministra del Interior, Izkia Siches.

La irritación de tales grupos se opone a cambios sociales y culturales que tienen lugar no solo en Chile, sino que se desarrollan a escala global. Es la réplica de la élite oligárquica que resiste transformaciones inevitables y recurre a la difusión de rumores estrafalarios, pero canallescos.

Tampoco corresponde que un alto oficial en retiro reponga la idea del "enemigo interno" que tanto dolor provocó en nuestro país. Ese tiempo ya pasó. Al respecto la declaración de la Armada de Chile es muy clarificadora.

El país no puede caer en una espiral confrontacional que sólo ocasionaría un severo daño a Chile. Digo lo anterior porque veo el ceño fruncido de ciertos personeros de la oposición y observo la misma expresión irritada que tuvo la ultraderecha durante la Unidad Popular y la rabia extrema impulsa a acciones irracionales que pueden tener un alto costo.

También en la derecha hay audaces que intentan crear una realidad virtual con el tema del escenario post plebiscito, el que asocian a la derrota electoral de la nueva Constitución. No hay que caer en ese falso dilema. Quieren generar una imagen de una derrota que no ha ocurrido.

El mundo cambió y no se repetirá la tragedia de 1973, pero hay que estar alerta frente al descontrol de la ultraderecha y el aventurerismo de la extrema izquierda. Por su parte, el gobierno debe evitar los "errores no forzados" que pueden convertirse en una pesada cadena que lo inmovilicen.

En suma, es previsible hasta el próximo 4 de septiembre la polarización en torno a la aprobación o el rechazo de la nueva Constitución. La derecha y la ultraderecha se jugarán por el Estado subsidiario, pilar de la aberrante desigualdad social y económica existente en Chile, mientras un amplio arco de izquierda y centroizquierda se movilizarán por el Estado social y democrático de derechos propuesto en la nueva Constitución. Hagamos este esfuerzo en paz, pluralismo y libertad.

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