La reacción doctrinaria neoconservadora al Estado y al Estado de Bienestar

Coescrita con Esteban Vergara, secretario ejecutivo del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso

La reacción neoconservadora al Estado y al estado de bienestar debe enmarcarse en una perspectiva de larga duración y alcance global, relacionada con el análisis de la posición que las corrientes conservadoras y liberales adoptaron frente a la división de la cultura en esferas especializadas que trajo consigo la modernidad: científica y sus derivaciones tecnológicas, morales y estéticas. El neoconservadurismo se apropió únicamente de la dimensión de la cultura científico-tecnológica y los llamados jóvenes conservadores hicieron lo propio con la cultura estética.

Los liberales, que lucharon en el siglo XIX contra la cultura tradicional y su fundamento religioso, recurrieron durante la etapa del capitalismo competitivo a la ideología del intercambio justo entre iguales que se materializaría en la institución del mercado. Cuando el Estado debe intervenir el mercado para permitir las condiciones de valorización del capital y la institucionalización del conflicto social, los liberales sustituyen la antigua ideología por una apelación a la ciencia y a la tecnología como los verdaderos motores del desarrollo del mercado y sus supuestos efectos beneficiosos en el desarrollo económico y el bienestar generalizado de la población.

Las propuestas del neoconservadurismo:

  • Rechazar al Estado en cuanto Estado de Bienestar cuya crisis es atribuible a la burocratización en las prestaciones sociales y su expansión. Estas serían mejor asumidas por el sector privado que tendría beneficiosos efectos en el bienestar social. El Estado debería mantenerse en cuanto apoyo al sector privado y en funciones de defensa y seguridad pública
  • Promover el desarrollo de la racionalidad instrumental sin ningún reparo en sus negativos efectos en la estructura de la personalidad y la legitimidad política del sistema
  • Esta racionalidad está completamente subordinada a la conciencia tecnocrática que se alza como sustituto de la conciencia política
  • Sin embargo, la conciencia tecnocrática deja insatisfecha la necesidad "vital" de consensuar un entendimiento sobre el tipo de sociedad justa, porque sería buena para todos y posible, porque podríamos acercarnos a ella mediante la participación democrática de todos en la argumentación política de las normas que puedan regular nuestra cooperación social. Únicamente los imperativos morales y las formas jurídicas como los derechos humanos al fundamentarse moralmente pretenden validez absoluta, es decir, reconocimiento universal
  • Mejorar las condiciones que favorezcan la acumulación del capital, mediante la liberalización de todas las regulaciones públicas que obstaculizan la libre operación del mercado como los permisos para la iniciación de actividades económicas y cargas impositivas, especialmente los tributos de carácter progresivo
  • Convertir al Estado en un actor más del proceso de negociaciones y bajo las mismas condiciones que las del sector privado y muy limitado en la realización de las competencias legislativas reguladoras y orientadas a asegurar la satisfacción de los intereses generales de la ciudadanía
  • Articular e implementar una política comunicacional contra "los intelectuales", portadores de la modernidad, "improductivos y obsesionados por el poder". Los valores post-materiales, especialmente los relacionados con la satisfacción de necesidades expresivas de autorrealización, y los juicios críticos de una moral ilustrada universal se consideran una amenaza a las bases motivacionales propias del funcionamiento de una sociedad basada en el trabajo social y en una esfera pública despolitizada

La conciencia tecnocrática refleja el quiebre de la moral, que es reprimida como categoría relevante de la vida humana. El pensamiento positivista transforma en prescindible la integración mediante el lenguaje, de tal forma que la dominación y la ideología surgen gracias a una comunicación distorsionada, pero aquellas pueden ser detectadas mediante un ejercicio de reflexión.

La despolitización, legitimada a través de la conciencia tecnocrática, es al mismo tiempo una reificación de los hombres en términos de las categorías de la acción instrumental y estratégica y del comportamiento adaptativo. Los modelos reificados de la ciencia migran al mundo de la vida sociocultural y se imponen al entendimiento.

La desaparición de la esfera pública del debate sobre la sociedad deseable y posible afecta negativamente la satisfacción de las necesidades expresivas de autorrealización personal y juicios normativos resultantes de normas universales porque generan una crisis de motivación en la personalidad y legitimidad en el sistema.

Recursos del neoconservadurismo para compensar la crisis motivacional de la personalidad y deslegitimación política del sistema:

  • Apelar a la moral convencional, el patriotismo, la cultura folclórica y la "religión burguesa", entendida como aquella que enfatiza valores como el éxito individual y la moralidad privada
  • Socializar mediante todos los medios de comunicación un fuerte interés por lo privado en el ámbito civil, profesional y familiar

El privatismo civil consiste en el interés por los resultados del sistema administrativo y por una menor participación en la formación de la voluntad popular. Y la legitimación del sistema político se limita a la legitimación eleccionaria la cual sería aceptable en términos de la distribución del dinero y tiempo libre independientemente de su uso.

Esa aceptación sería mediatizada a través de la obstrucción de la deliberación democrática sobre los intereses vitales de las personas. El control indirecto a través de estímulos fabricados ha aumentado, especialmente, en las áreas relativas al comportamiento electoral, consumo y recreación, en las cuales existiría una libertad subjetiva, que solo puede considerarse como una simple apariencia.

El privatismo profesional se expresa en el valor atribuido a las carreras orientadas al éxito material y su correlato en el sistema ocupacional y educacional sometido a un mercado desregulado, coexistente con un Estado subsidiario pasivo. El privatismo familiar se expresa en intereses orientados al consumo, y los logros que justifican el sistema no pueden ser interpretados, necesariamente, en términos políticos.

Un discurso sin reservas en favor de la privatización de todas las políticas económicas y sociales es entendido por Habermas como una expresión de la acción ideológica abierta que pretende imponer una visión del orden político en total contradicción con la organización democrática de la sociedad. En su versión extrema puede llegar a transformarse en una verdadera subasta de la esfera pública deliberativa a la maximización de las ganancias y subordinación de la cultura y la educación a intereses pertenecientes exclusivamente a la esfera de los intereses privados.

El núcleo ideológico de esta acción ideológica abierta es la eliminación de la distinción entre el orden moral normativo y la técnica.

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