La revolución de la esperanza (o cómo construimos una humanidad justa, digna, libre y solidaria)

En algunos días más estaremos enfrentados a dos festividades que son tradición en una parte importante de la humanidad: Navidad y Año Nuevo. Los mensajes hablan de una noche de paz y de amor; la realidad de nuestro mundo, de nuestro Chile, da cuenta de un tiempo de desamor y de violencia. El papa Francisco, en su mensaje navideño de 2021, señaló: "La humanidad busca la paz, pero la guerra y el odio parecen prevalecer".

Reflexionando sobre los graves tiempos que vive la humanidad y la pérdida creciente de principios que pongan la centralidad en el ser humano, la naturaleza y las comunidades (porque pareciera que, como lo ha expresado Leonardo Boff, el gran problema de la humanidad es valórico), hemos intentado reflexionar en este particular momento sobre la base de, en mi opinión, un gran libro de Erich Fromm "La revolución de la esperanza". Publicado hace 56 años, pero completamente actual, ya que examina muy lúcidamente la crisis de la sociedad de su época, que es en definitiva la crisis de la sociedad contemporánea. Plantea la necesidad de una transformación profunda en la manera en que las personas y las sociedades conciben su relación con el mundo. A través de un análisis crítico de la cultura, la economía y la psicología, propone que la esperanza sea el principal elemento de cambio y un camino hacia una sociedad más humana y libre.

Escribe en un momento de gran agitación social y política, marcado por los movimientos de derechos civiles, la contracultura de los años '60, la Guerra Fría, la Revolución Cubana, la Guerra de Vietnam; la consolidación en el mundo occidental del poder de EE.UU. En este contexto, observa que la humanidad enfrenta una crisis de valores, donde el individualismo y el materialismo han reemplazado a la solidaridad y la empatía. A partir de esta crítica, plantea que la esperanza no es solo un sentimiento o una emoción, sino una fuerza activa que puede y debe impulsar a las personas a buscar cambios significativos en sus vidas y en la sociedad.

Uno de los ejes centrales de su libro es la crítica del capitalismo y la sociedad de consumo. El capitalismo ha creado un sistema donde los valores materiales predominan sobre los valores humanos. En este sentido, la persona se convierte en un mero consumidor, despojado de su capacidad de ser un agente activo en su propia vida. La búsqueda del éxito material y el estatus social lleva a la alienación (la locura) y a la pérdida de la conexión con uno mismo, con los demás y con la naturaleza, a una pérdida del nosotros.

La competitividad, la búsqueda del poder y solo del placer, en sus diversas formas, como el elemento central de la vida, lleva a un vacío existencial, donde las personas se sienten desconectadas de sus propias necesidades y deseos. Este estado de alienación es, una de las principales fuentes de desesperanza en la sociedad contemporánea.

La esperanza es una de las formas de provocar el cambio social. Para ello, es fundamental que las personas se reconecten con sus valores más profundos y con su capacidad de amar, de creer, de crear y de esperar. La esperanza es una fuerza que inspirar acciones colectivas, movimientos sociales y políticos como es por ejemplo la Izquierda Cristiana.

Para que esta esperanza se materialice, es necesario cultivar un sentido de comunidad y solidaridad. Desde esta perspectiva, abogamos por una revolución no violenta, que se base en el amor y la empatía. Esta revolución debe ser entendida como una transformación interior que impulsa a las personas a actuar a favor de una humanidad, un país, más justo y solidario.

En este sentido, surge como un eje fundamental el papel crucial de la transformación en las formas de educación y cultura, en la formación de niños, niñas y adolescentes que asuman los sueños y las esperanzas como formas de vida válidas, legítimas y necesarias; ya que la educación debe ir más allá de la mera transmisión de conocimientos; debe fomentar la creatividad, el pensamiento crítico, el respeto y la empatía, eso es un desarrollo integral de las persona que supera la simplicidad de preparar a los niños y niñas para el mercado laboral. En una sociedad que da espacio a la esperanza se puede construir una nueva cultura que sea un espacio donde se promueven valores como la solidaridad, la paz, el respeto por la diversidad.

La revolución de la esperanza sigue siendo una tarea y un compromiso hoy, donde la crisis climática, las desigualdades sociales y políticas, la discriminación de migrantes, el no reconocimiento de los derechos ancentrales de los pueblos indígenas, la creciente polarización, el avance de las ideas de extrema derecha, el genocidio en Palestina (que continúa día a día ante la indiferencia de la comunidad internacional que puede realizar acciones efectivas para que este termine y no lo hace), son solo algunos de los retos que debemos enfrentar hoy.

No debemos temer criticar al capitalismo, la sociedad depredadora de la naturaleza y la sociedad de consumo, que ha creado. Es un deber reconectarnos con nuestros valores más humanos y abrazar la esperanza como una forma eficiente de transformación.

En los tiempos que vivimos, donde la centralidad no está puesta en las personas, ni en la naturaleza, sino que en el tener por sobre el ser, es bueno volver a creer en la revolución que puede provocar la esperanza, ello nos conecta con tantos hombres y mujeres que han dado su vida en la búsqueda y en la construcción de una verdadera sociedad de hermanos/as. Tal vez, solo así podremos decir con propiedad en unos días más: "Noche de paz, noche de amor".

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