Los medios de comunicación informan que la escuela municipal Ana Molina, en la localidad de Tranaquepe, comuna de Tirúa de la provincia de Arauco, ha logrado un buen resultado en las pruebas Simce, sobreponiéndose a graves dificultades que ha enfrentado, entre ellas, la destrucción de sus salas e instalaciones por un atentado incendiario.
La tarea de restablecer el prestigio y ascendiente social de la educación pública es posible. Contar con un sistema educacional que expanda los conocimientos en el conjunto de la comunidad nacional y sea un factor de integración y cohesión social es uno de los objetivos primordiales de una sociedad democrática. Por el contrario, el debilitamiento de la educación pública ha influido, muy desgraciadamente, en la dirección opuesta.
A las fuerzas conservadoras este deterioro no les preocupa. Su obsesión apunta a un sistema en que cada cual se rasca con sus propias uñas, es decir, que la formación de la niñez esté entregada a las posibilidades económicas de cada grupo familiar.
Se trata de un dogma ideológico, los conservadores postulan una educación de acuerdo al bolsillo de cada familia porque ven en ello, obsesivamente, la consagración del principio de libertad de enseñanza. En rigor, lo que se consigue es la diseminación de la desigualdad que hace imposible ejercer la libertad que tanto predican, y que atomiza a la sociedad, como en buena medida ya sucede.
Por eso, es fundamental restablecer el auténtico principio democrático y republicano, aquel que levantó el presidente Pedro Aguirre Cerda: gobernar es educar. De ninguna manera fue casual que su base de apoyo, política y social fuera el Frente Popular, una alianza amplia y diversa, con socialistas, comunistas y radicales, agrupando a fuerzas que auténticamente bregan por el interés nacional.
Un sistema educacional capaz de responder al desafío de entregar una formación digna y de calidad requiere un pilar fundamental, esa es la educación pública. Las exigencias planteadas por la incorporación de las nuevas tecnologías lo hacen aún más necesario. Millones de chilenos y chilenas así lo han vivido directamente.
Ha sido la educación pública la que rescató para bien de Chile a los mejores talentos que permitieron tener un Estado que, incluso, a pesar de la dictadura, ha impedido que Chile caiga en la anomia social que está destruyendo otras naciones.
La tarea es posible, miles y miles de niños y niñas demuestran que se puede avanzar. Hay que tener la voluntad de bregar duro por la cohesión social que impida que las tendencias a la atomización puedan imponerse. Lo que debe prevalecer es la integración social y no la anarquía, aunque se vista con ropaje ultraconservador.
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