Los candidatos que llegarán segundos

A diferencia de otros procesos de definición de candidatos presidenciales y siguiendo con la línea trazada por las elecciones primarias presidenciales de 1993 (Lagos v/s Frei) y 1999 (Lagos v/s Zaldívar), lo más probable es que en las nuevas primarias a realizarse el 30 de junio y en esta ocasión, por primera vez bajo un marco jurídico legal, la oposición definirá mediante este mecanismo de participación democrática quién será, entre Bachelet, Gómez, Velasco y Orrego, el candidato presidencial.

Los resultados son predecibles y todo indica que dicha primaria será ganada por Michelle. Entonces, el tema más relevante el 30 de junio es quién sale segundo. No importa la distancia (que será muy amplia) con Bachelet: lo relevante es quedar segundo y, por lo tanto, posicionado para el futuro. Ese es el destino de Velasco, Gómez y Orrego y de ellos dependerá cómo manejarán ese horizonte.

No creo que alguno de los pre candidatos resigne en esta ocasión su candidatura, como lo hizo Soledad Alvear en abril del 2005, a favor de la Presidenta, en parte porque los tres han sido categóricos para señalar que de esta primaria no se mueven, pero también porque la ciudadanía no está dispuesta a aceptar designaciones a dedo.

Un segundo tema es que la campaña primaria tendrá como escenarios una necesaria individualización y diferenciación entre los candidatos.

Será interesante observar cómo, los tres desafiantes (Velasco, Orrego, Gómez) disputarán entre sí los argumentos más radicales, básicamente porque ellos no tienen nada que perder, puesto que no serán electos en la primaria del 30 de junio y esto representa un problema para la candidatura principal, que tendrá que lidiar contra todo el bloque de derecha, que fustigará con dureza a Michelle; con los movimientos sociales en proceso, que exigirán definiciones y compromisos casi notariales y con los tres candidatos alternativos, que no podrán atacar directamente a la candidata, pero que tendrán que ser oblicuos en su crítica, para tratar de marcar alguna diferencia sustancial.

Esto conlleva riesgos para la campaña presidencial de la oposición porque en vez de unir fuerzas para enfrentar como un solo bloque a la derecha, habrá un cierto desgarro interno entre las candidaturas y se va a requerir una candidata con mucha capacidad de sortear estos embates, sobrevolar con altura las discusiones y sostenerse con mucho tesón sobre todo en la confianza ciudadana.

La campaña primaria entre abril y junio permitirá sondear el clima político nacional. Sabremos si existen condiciones para reformas profundas o será necesario aplicar un relato político muy didáctico para hacer entender que tan poco tiempo (tres años y unos meses) no serán suficientes para dar cuenta de todas las demandas y así y todo habrá que intentar hazañas fundamentales.

Esta etapa nos permitirá saber también cuán ciudadana será la campaña primaria del PPD-PS a favor de Michelle, con candidatos al parlamento que en su mayoría se re-postulan por enésima vez y cuyo principal interés será “colgarse” de Michelle para atraer votos a sus re-elecciones. La verdad sea dicha: no habrá oportunidad de renovar el Parlamento.

Más del 80% de los actuales diputados y senadores van a la reelección y los electores sólo tendrán escasas alternativas de renovación. Esto, sin contar que en esta campaña parlamentaria, y por el tipo de negociaciones que se están llevando a cabo, habrá menos mujeres candidatas que en el 2005; probablemente los partidos no privilegiarán a ningún candidato indígena y serán escasos o nulos los candidatos del mundo del trabajo.

En suma: los partidos de la oposición no ofrecerán mucho nuevo en esta elección parlamentaria y las miradas se dirigirán entonces a los equipos que conformará la Presidenta para esta campaña primaria y para la campaña presidencial oficial a partir del 1° de julio.

Con sentida razón muchas personas, en las redes virtuales, claman por un “no más de lo mismo” y, seguramente Michelle tendrá muy presente este clamor. Lo que es claro, es que si la campaña primaria tiene un resultado predecible, la campaña presidencial propiamente tal, con toda la derecha actuando en bloque y la oposición dividida en dos candidaturas, contando la independiente de MEO, y con el Gobierno actuando sin ningún pudor político ni financiero, todo está abierto para noviembre.

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