No hay primaria sin segunda: De las primarias municipales a los acuerdos regionales

Coescrita con Hernán García Moresco, licenciado en Educación en Matemática y Computación, diplomado en Big Data y diplomado en Ciencias Políticas y Administración Pública

Las primarias municipales desplegadas hasta el 9 de junio del presente año son un mecanismo que aún se encuentra en proceso de instalación en los imaginarios sociales, más con el voto voluntario en las mismas. Solo en 20 comunas la derecha generó elecciones abiertas, mientras el centro y la izquierda realizaron lo propio en otras 45. Pero la derecha, además, generó elecciones de corte regional, en dos de ellas, y los datos de participación son lo que son: Coquimbo (3,6%) y Aysén (9,7%). Conclusión, la participaron voluntaria llegó a cerca del 6 por ciento de electores a nivel nacional. Nada descollante, nada que llame a sobredimensionar los resultados, que a la postre fue lo que ocurrió.

Si solo miráramos votos y militantes de los partidos convocados tendríamos un magro indicador. La participación no alcanza a convocar a la militancia propia. Un ejemplo de ello es, otra vez, la convocatoria de Chile Vamos en Coquimbo y Aysén en la escala regional. Es decir, realizar dos primarias regionales con una baja convocatoria solo lleva a "estrujar" la legitimidad al máximo en la decisión que toma voluntariamente una parte de la comunidad, constatando, otra vez que las primarias sub-nacionales, siendo un instrumento democrático, aún tienen el desafío de convocar.

Tal vez, con voto obligatorio, habría sido distinto el asunto. Lo mismo si hubiesen existido mayores posibilidades de difusión, permitiendo pasar de la imagen al diálogo público; como también mejorando el despliegue de los partidos políticos que participaron. Quizás estos aspectos, más otros, habrían permitido hacer de esta instancia un espacio público-ciudadano, más que sólo partidario. A esto se suma (y es tema para otra opinión), la necesidad del incremento de las horas de "formación ciudadana" en la educación básica y media de nuestro sistema, telón de fondo que fortalecería positivamente la valoración social de eventos electorales como estos y la política en general, redundando en una mejor democracia.

Pero no todo está dicho, ahora cuando queda menos tiempo para resolver las candidaturas a los comicios regionales en su componente de gobernadora/es y consejera/os regionales, se debiesen colocar sobre la mesa criterios de selección de candidaturas que debiesen tener una combinación entre definiciones programáticas vs. la competitividad de candidaturas (convocatoria más trayectoria), en un contexto de intereses partidarios-ciudadanos, legítimamente democráticos, validando lo que ayer era pecaminoso de resolver de común acuerdo en las salas de los partidos políticos, dirían varios y varias(1).

Es aquí donde parece razonable proyectar los criterios de unidad que se lograron para las municipales en sus resoluciones de "acuerdos y primarias". Entonces, para las candidaturas a las gobernaciones regionales, la primaria que ya no fue debería ser reemplazada por el "acuerdo político", una consulta participativa o encuestas para la selección de las mismas. Eso es lo usual de utilizar y problematizar, funcional a las dinámicas territoriales regionales y comunales del país, haciendo de la política un valor colectivo y responsable para lograr el desarrollo. Esto no debería estar ausente en la ecuación desde los partidos políticos y, desde ahí, en el patrocinio de sus candidaturas.

Sería deseable que los partidos políticos, por ejemplo, avanzaran en profundizar la descentralización, actualmente cansina en su avance, precisando ella más velocidad en diseños óptimos que impidan la degradación de la relación público-privada, develada en el escándalo de fundaciones. O bien, impedir a futuro edificios como los de Viña del Mar/Concón que, a la postre, se han convertido en la iconografía de lo que NO hay que hacer en ambientes de equilibrios muy dinámicos-frágiles como son los campos dunares (como ese ejemplo, hay varios más). También, lograr mayores competencias y posibilidades de financiación regional que permitan, por ejemplo, mejor ordenar el territorio a lo largo y ancho del país con infraestructuras que "impidan-mitiguen" los efectos de las incendios, precipitaciones, tsunamis y terremotos; agregándose mejores coordinaciones para enfrentar los procesos migratorios, de seguridad pública, cambio climático, crecimiento productivo, lo que implica entre otras herramientas de gestión, compresión de instrumentos del ordenamiento del territorio, de financiación y gestión de proyectos públicos-privados, pero a cargo de las regiones.

Quienes suscriben esta opinión, en otra oportunidad, ya consignaron la importancia de contar con proyectos políticos de desarrollo regional y local(2) (nacional, incluido(3)), como también la importancia de la unidad política para acometer los desafíos que aseguren democracia nacional, regional y local. En esa dirección, la centroizquierda ha dado pasos importantes, mientras la derecha aún está al debe.

En definitiva, dado que en los procesos electorales locales y regionales (también nacionales) las cuestiones sustantivas conviven con las racionalidades electorales partidarias, ratificada en la unidad alcanzada por el pacto oficialista más el PDC, el 10 de abril recién pasado, aun así conviene siempre indicar que lo que ayer era Apruebo Dignidad o los partidos que hoy conforman el proyecto Frente Amplio o lo que hoy es el Socialismo Democrático, el dinamismo político indica que no existe un "único referente para representar a la ciudadanía"(4), es decir, el ejercicio de la democracia consiste en valorar todas las opciones, ojalá programáticamente consistentes en un amplio sentido de descentralización en lo regional, favoreciendo la unidad previa a una primaria, posterior a la misma y, en los ejercicios siguientes. Pues las primarias, no son un mero trámite, son un instrumento perfectible de la democracia.

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