Nunca más dictadura

Al cumplirse 38 años del golpe de Estado que puso fin al gobierno del Presidente Allende y estableció la tiranía, es válido preguntarse qué hemos aprendido de la historia.

La respuesta no es unívoca, ya que los mismos hechos pueden ser leídos de diversas maneras y cualquier esfuerzo de comprensión requiere una cierta disposición para ir más allá de las mistificaciones y los mitos.

Lo decisivo es sacar algunas conclusiones básicas que eviten la reedición de errores como los que permitieron que se impusieran la inhumanidad y el crimen en Chile. Vale la pena intentar una síntesis.

1. El costo humano de la tragedia que se desencadenó en 1973 fue demasiado alto como para cerrar los ojos ante sus causas: los sectarismos, las diversas formas de ceguera ideológica y política, el espíritu de trinchera, el debilitamiento extremo del Estado de derecho, la intromisión extranjera en los asuntos nacionales, etc. Todos los sectores llevan velas en el entierro de la democracia chilena.

2. La democracia se hundió porque no tuvo suficientes defensores. Para un sector lo más importante era "hacer la revolución", mientras que para otro lo esencial era impedirla a cualquier precio. En el medio estaba Chile, desgarrado por la incertidumbre, el miedo y el odio. Tal dinámica creó las condiciones para que los criminales tomaran el poder. Pinochet fue el oportunista sin escrúpulos que aprovechó las circunstancias para instalar un régimen caracterizado por la crueldad.

3. No podemos olvidar que somos una nación. Ningún proyecto que ponga en riesgo su cohesión merece ser apoyado. Ningún sector político o grupo ideológico tiene derecho a excluir a otro ni a imponer su voluntad sin contrapeso. Tenemos que proteger los valores que nos legaron los fundadores de la República.

4. La cultura de los derechos humanos constituye el fundamento ético del pacto de civilización que es la democracia. Si se derrumba, todo se vuelve relativo, incluso el valor de la vida humana. Cuando desaparece el recurso de habeas corpus, se abre la puerta a todas las arbitrariedades.

5. Necesitamos defender la paz interna y el imperio del derecho sin ambigüedades. Las instituciones democráticas nos cobijan a todos, pero tenemos que comprometernos con sus procedimientos. Ello implica, en primer lugar, rechazar la violencia como método político.

6. La gobernabilidad es un principio primordial. Quienes encarnan la representación popular tienen la responsabilidad de gobernar para todos, no sólo para un sector. Además, hay que gobernar eficientemente y según estrictos principios de probidad. No puede haber indulgencia frente a la corrupción.

7. Tenemos derecho a discutir todos los asuntos. La libertad de expresión es esencial, y debemos defender el marco legal que la hace posible. El pluralismo y el debate enriquecen al país. Por el contrario, el partidismo y el espíritu pendenciero le causan daño.

8. Los partidos políticos son indispensables para la vida en democracia. Su pérdida de autoridad favorece los proyectos individualistas y el oportunismo. Es necesario elevar la calidad de la política. La vida interna de los partidos debe corresponderse con los principios democráticos; su financiamiento debe ser transparente.

9. Los gremios empresariales, los colegios profesionales, las federaciones estudiantiles, los sindicatos y demás organizaciones sociales no pueden eximirse de actuar con sentido nacional. La defensa de los intereses de su sector no debe perder de vista el bien común.

10. Las FFAA son instituciones que se deben a la nación en su conjunto. Para ellas fue moralmente devastadora la experiencia de la represión bajo la dictadura. Ha sido muy valioso el proceso de renovación de su compromiso con los principios democráticos. Hay que apoyar su desarrollo profesional y fortalecer su contribución a las tareas del progreso nacional.

11. Necesitamos que el país prospere económicamente y que sea más equitativo socialmente. Hay que alentar la creación de riqueza y, al mismo tiempo, profundizar el avance hacia una sociedad de garantías.

12. Debemos perfeccionar la democracia, conscientes de que también puede erosionarse desde dentro. Eso ocurre cuando las instituciones se degradan y las fuerzas políticas actúan demagógicamente. Ningún grupo representa la verdad total. Debemos escucharnos unos a otros y buscar la síntesis que permita mejorar la sociedad.

Recordemos a todos los compatriotas caídos el 11 de septiembre de 1973 y en los oscuros años que siguieron.

Nunca más dictadura. Ningún tipo de dictadura.

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