Partido Socialista de Chile, proceso interno e implicancias externas

  • Co-escrita con Hernán García Moresco, profesor de la Universidad Academia Humanismo Cristiano

"Hemos salido fortalecidos luego de estas elecciones" es la afirmación tradicional que circula en los pasillos del Partido Socialista de Chile. Más aún, desde la recuperación de la democracia se ha encontrado casi ininterrumpidamente en coaliciones de gobierno de centro y/o izquierda, lo que ha significado una serie de caracterizaciones y turbulencias que le han asegurado ser parte del ensanche de las fronteras de lo posible cuando de políticas públicas cercanas a las mayorías sociales se refiere, inclusive cuando no ha sido gobierno, integrando la oposición responsablemente, indicarán los más entusiastas.

Pero esa vocación, a lo largo de su historia, ha tenido escisiones que han permitido la configuración de una serie de otras colectividades y candidaturas, así como la incorporación de otros sectores y cuadros a sus filas. En teoría de partidos, se podría indicar que el Partido Socialista, gracias a sus fracturas-facciones-corrientes de opinión, ha diversificado el sistema de partidos, pero también ha permeado otros referentes partidarios cuando han emigrado algunos de sus cuadros (militantes). Alguien podría afirmar que ha ampliado una identidad de izquierda al interior de un sistema político en general, y de partidos políticos en particular, pero también societal. Por ello, tiene ganado un espacio en el debate nacional, implicando una amplia posibilidad de interpretación social y política, otorgándole legitimidad, sin perjuicio de quienes afirman que se habría desdibujado política e ideológicamente. Sin lugar a dudas es parte de las contribuciones a una cultura política centrada en la democracia, con respeto a la diversidad, con vocación feminista, que pone acento en la posibilidad de realización de la persona humana con dignidad, fraternidad y con apego a la cultura institucional.

No obstante, en este devenir, el PS ha estado sujeto a las fases críticas institucionales que cualquier partido político ha tenido desde la recuperación de la democracia en Chile (se obvian los procesos internacionales, sólo por espacio). Así es como se ha ido haciendo cargo (de la parte que le corresponde, con más o menos asertividad) de la crisis de confianza que afectó/a al mundo político, logrando igualmente mantener un importante grado de representación pública, en medio de la baja que ha afectado a todos los partidos de la plaza.

Desde el post estallido social y sus consecuencias políticas, el Partido Socialista de Chile transitó por varios momentos. Es destacable el más estratégico y quizás más célebre, como es el resultado de la/os convencionales constitucionales que conforman el Colectivo Socialista, con toda la diversidad de aportes temáticos, políticos, ideológicos, así como en las articulaciones políticas logradas al interior de la Convención, permitiendo acuerdos y desarrollando consensos en el texto borrador de constitución.

Pero, a contracara, están las derrotas en gobernadora/es, congresistas y muy particularmente, en los albores de la última elección presidencial, la derrota con los resultados de su abanderada y ex ministra de Michelle Bachelet. Pero como las historias no van solas, quien derrota a Paula Narváez (Yasna Provoste Campillay) tampoco avanza mucho, pues logra el quinto lugar en primera vuelta. Esto decantó en un acierto clave de la administración socialista del período, como fue apoyar la candidatura de Gabriel Boric para segunda vuelta y colaborar sin condiciones en el futuro gobierno.

Como es sabido, la convocatoria política y social del Presidente Gabriel Boric y su alianza, más el "socialismo democrático" que declaró su apoyo y la amplia invitación a más personas a participar de la gesta histórica, principalmente mujeres jóvenes, permitieron un resultado electoral que será recordado por mucho tiempo. En este marco, este "socialismo democrático" urgió como objeto de atención, al punto que declara el mismo Boric -en su primera entrevista televisada a mediados de enero 2022- que "si ellos son socialismo democrático, nosotros qué ...", exponiendo implícitamente su NO ubicación en un parámetro alterno al socialismo democrático, pero diferenciándose de él.

La verdad sea dicha, el "socialismo democrático" está presente en la base misma del gobierno que él encabeza, siendo evidentes los vasos comunicantes con su propio discurso. En este marco, el socialismo criollo renovó -el 15 de mayo- otra vez sus órganos directivos internos (local, provincial, regionales y nacional), teniendo como desafío inmediato no sólo la organización de su próximo congreso ideológico, sino que también bregar por el proceso constitucional y su proyecto de Constitución; pero además, tendrá que seguir contribuyendo con un gobierno que a tres meses de su aterrizaje en el quehacer cotidiano de su ejercicio ha explicitado la necesidad de apoyos, y que surgen en especial desde el PS.

En esta coyuntura, un dato novedoso es cómo el PS se ha permitido colocar en su primera línea a Camilo Escalona, clásico cuadro de la transición democrática, líder de la corriente de opinión Nueva Izquierda y actor político que viene con su sedimentada experiencia a contribuir a la conducción del partido, quien ya ha declarado su compromiso con el proceso constituyente y el gobierno de Gabriel Boric.

En esta coyuntura, como es usual después de un proceso electoral, corresponde reestructurar su órgano directivo, cautelando los principios democráticos de la vida interna de los partidos políticos. Para el caso del PS, en particular, será objeto de discusión interna su mecanismo de selección de autoridades nacionales, considerando que es la única agrupación partidaria que vota con paridad de género, donde cada militante expresa su valoración por una candidata y también por un candidato, en cada instancia organizacional. Este mecanismo indirecto encarna principios democráticos y tradición, regulados institucionalmente, permitiendo que la vocación de mayorías no excluyentes se expresen en mayorías individuales y luego colectivas. Entonces, ¿cómo representar justa y democráticamente al pueblo socialista, compatibilizando la mayoría individual (presidente/a) con las mayorías colectivas expresadas en su comité central?

Ante ese dilema, la solución estaría a la mano, requiriéndose un acto de decisión política que valore y considere el "respeto a la decisión mayoritaria de la militancia", sea en el socialismo como en cualquier otra colectividad partidaria, respecto de los principales cargos: presidente/a y secretario/a general. Junto con lo anterior, y en acto simultáneo, delegando en el órgano colegiado constituido democráticamente con representatividad regional y paritaria las vicepresidencias u otros. Así se avanzaría -creemos- en el logro de los mayores grados de confianza, permitiendo legitimidad y unidad interna a la nueva dirección institucional del partido.

Ello, además y cómo es habitual, debería replicarse en los integrantes de la mesa política, los que deben responder a la diversidad de posiciones de un partido diverso y plural, siendo esa misma condición una oportunidad de negociación más flexible desde el dilema planteado.

De esta forma se contribuiría a impedir cualquier atisbo de distorsión que atente contra el propósito de valoración de la decisión de la militancia socialista, toda vez que ello no sólo importa internamente, sino que también externamente, ya que avanzar en esta dirección claramente trasciende al sistema político y por ende también a la sociedad en su conjunto.

Fuera de los desafíos organizacionales antes consignados, el PS tiene en el identitario uno estratégico, que trasciende su propio ethos (ideológico, doctrinario, político y democrático), pues la amplitud (transversalidad) que ha alcanzado el socialismo en Chile contribuye a la cohesión social a lo largo y ancho de la patria, en el permanente respeto de las particularidades territoriales. Así, la tarea de fortalecimiento de la identidad (aunque sabida desde su larga trayectoria) estará entre otras cosas, como enriquecer sus horizontes programáticos, así como re-territorializarse física y virtualmente, modernizando sus instrumentos de comunicación, fortaleciendo la formación de cuadros (tarea imperecedera), ganando en mayor vínculo con las organizaciones sociales de base, implicando la revalorización de los espacios locales-regionales, problematizando nutritiva y regularmente la democracia del país. Ello, sin lugar a dudas, permitirá nuevamente mejorar el diálogo con la geografía de la multitud, la cual se encuentra expectante del proceso de cambio, que encarna la nueva Constitución, el gobierno del presidente Gabriel Boric y la nueva administración socialista.

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