Póngase serio

"Aquí dejémonos de llorar, las municipalidades tienen más plata porque con el royalty minero le metimos plata a los municipios rurales". Esa fue la polémica frase realizada hace algunas semanas por el actual ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela, con la cual pedía a las administraciones comunales de zonas rurales que "se pusieran serias" en el combate contra la delincuencia.

La frase causó cierto revuelo, con la UDI incluso exigiendo la renuncia del jefe de la cartera. El ministro se arrepintió, rectificó y sorteó una nueva polémica -de las muchas que tiene en el cuerpo- con cierto éxito. Sin embargo, pese a que el conflicto ya haya pasado a un tercer plano, la particular declaración deja muchos elementos que son dignos de analizar, sobre todo viniendo de quien presidiera la Comisión Presidencial para la Descentralización, empujada por Bachelet en 2014.

Primero que todo, está de más señalar que el asunto de la seguridad es uno de los principales temas del país y de las elecciones presidenciales que vienen. Sin embargo, no siempre tenemos la posibilidad de abarcarlo desde una arista local. En las últimas semanas eso ha cambiado, primero por las declaraciones del presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, Antonio Walker, quien denunciaba el aumento de los delitos en el campo -lo que, entre otras cosas, provocó la airada reacción de Valenzuela-, pero también por el intenso debate legislativo que se ha producido en torno a las mayores atribuciones que se les podrían dar a los municipios.

En ese contexto, más allá de la discusión sobre recursos, el debate usualmente omite que las problemáticas de inseguridad son heterogéneas a lo largo de Chile, así como también las alternativas para su solución. En parte, la discusión suele girar sobre mayores transferencias y atribuciones, pero no necesariamente en la promoción de las miradas locales que aporten mayor granularidad al análisis.

Los habitantes de muchos lugares -ya sean rurales o periféricos- se sienten olvidados y desprotegidos, generando una "identidad localista" que debe ser advertida en la promoción de cualquier política, más aún cuando hablamos de algo tan relevante como la seguridad. La frase del ministro, sin embargo, evidencia todo lo contrario, como si la transferencia de más plata redujera ipso facto aquella sensación de haber sido dejado en un segundo plano. Porque lo cierto es que el efecto termina siendo todo lo contrario, amplificando tensiones y percibiéndose como una verdadera falta de respeto a los valores y las formas de vida locales.

El problema es que todo esto no es nada nuevo. Ya hace una década y un importantísimo estudio enfocado en Wisconsin, Katherine Cramer reportaba la existencia de una suerte de "conciencia de grupo" anclada en las formas de vida rurales, con un orgullo local que contrastaba con la idea de que los tomadores de decisión no los entendían ni los querían entender. Habitantes de lugares que, aunque recibían más recursos, se sentían alejados de las élites urbanas. Comunidades que, a la larga, terminaban buscando otro camino posible, el cual usualmente llegaba en manos de populistas y movimientos reaccionarios (basta mirar Estados Unidos y, recientemente, Alemania).

Curioso que quien haya entrado en la polémica sea el ministro Valenzuela, quien tiene una larga trayectoria ligada a esas mismas identidades rurales que luego denostó. El problema es que cuando se cometen esos errores no basta con solo pedir disculpas, pues, a la Cramer, ya habría echado suficiente leña a una verdadera política del resentimiento.

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