Reforma al TC y la señora Juanita

Cuando no hay controversia no hay noticia, ese parece ser el criterio por el cual se rigen algunas líneas editoriales en  medios nacionales. Por ello me permito insistir en un tema que me parece de real importancia, más allá de cualquier confrontación de puntos de vista que llene las páginas de prensa en política.

Hemos presentado a la ciudadanía nuestra propuesta de Reforma al Tribunal Constitucional, el que creemos un paso necesario para mejorar la democracia, el respeto y el equilibrio entre las instituciones, creando mayor confianza en la ciudadanía.

Pero para algunos editores de medios de comunicación no fue de mayor interés que el pleno de los Senadores del Partido Demócrata Cristiano presentara el contenido del proyecto de ley que ya fue ingresado al Senado, y claro, tal vez pensaron que la concordancia no es relevante. Pues difiero, porque es un real tema ciudadano.

El trabajo que hicimos es muy profundo, donde se plantea una reforma estructural tanto en la composición, requisitos para quienes  lo conforman y por cierto, el funcionamiento de esta institución.

Y es que estamos convencidos que estos cambios al TC sobrepasan la agenda de los acuerdos o desacuerdos, oficialismo u oposición: nos conciernen a todos. Sin ir más lejos, las resoluciones del TC afectan directamente el cotidiano de las personas, sus decisiones interfieren en asuntos prácticos, como restringir las facultades entregadas por ley al Servicio Nacional del Consumidor, dejándonos en indefensión ante eventuales abusos en ese orden.

Hoy en día, esta instancia ejerce el control preventivo obligatorio y el control preventivo facultativo de los proyectos de ley. Esta facultad representa el 20 por ciento de lo que el Tribunal tiene como tarea y buscamos eliminarlos, porque lo consideramos un control abstracto que impide ver eventuales inconstitucionalidades.

Eso habla de un giro expansivo de esta atribución, por eso hemos dicho que el Tribunal ha abusado el último tiempo de este control preventivo, que no representa la doctrina más importante del Tribunal y que sirve para  amparar criterios que pueden ser convenientes para algunos, o bien  coyunturales, dejando un manto de duda y desconfianza en su actuar.

No obstante, la nuestra no es  una propuesta ante la contingencia, sino que en la línea de modificar el actual modelo cuyos defectos le están haciendo daño a la democracia.

No nos mueve entonces el propósito de desprestigiar una institución, sino que de contribuir a su perfeccionamiento inevitable y urgente, porque el TC tiene un rol que cumplir en nuestro sistema para asegurar la supremacía constitucional.

Ello, en la idea de poder generar un diálogo amplio, abierto y que pueda inducir el acuerdo entre distintos sectores políticos del país para modificar sustancialmente esta institución y sobre todo, devolver una legitimidad que en la práctica ya no tiene dicho tribunal frente a la opinión pública y dentro de ese proceso ¡qué importante es que estas propuestas las conozcan la ciudadanía!

El proyecto ya fue ingresado para su tramitación, socializado con el Ejecutivo, la discusión está encima de la mesa. Ello, creemos, es de real interés.

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