Seis tesis sobre el fracaso constitucional chileno y dos futuros posibles

1. Muchas de las cuestiones que diré en esta columna son incómodas incluso para alguien como yo, que estaba seguro de que el Rechazo ganaría inevitablemente, pero que sin embargo quería que la propuesta constitucional fuera aprobada para evitar, y esta es la primera tesis de la columna, que el proceso quedará inconcluso. No habiendo pasado esto, la energía que se generó desde octubre de 2019, y aún antes, se encuentra flotando en la sociedad chilena. A esto, algunos politólogos han llamado malestar

2. En esta medida, el proceso se encuentra en línea punteada. La violencia, ya presente en Chile desde hace mucho, sigue acumulándose y se manifiesta de manera riesgosa en diversos espacios de la sociedad. Esto ocurre en los barrios, en la delincuencia, en el no respeto al patrimonio inmaterial, en la violencia cotidiana y vulgar, en estados de excepción que se han transformado en norma y no en excepción, como verdaderamente debiera ser. El sistema político no es capaz de dar respuesta a los problemas endémicos de Chile. El Estado no es capaz de responder a las demandas de la ciudadanía

3. Producto, entre otras cosas, de la violencia callejera permanente, hay un cansancio generalizado. No hay sociedad que aguante una crisis prolongada sin generar monstruos. Ese cabreo, en alguna medida, se ha materializado en la votación del Rechazo. Por cierto, eso lo ha aprovechado políticamente la derecha. No le pertenece, como tampoco le pertenecía la esperanza a la izquierda, pero lo ha capitalizado circunstancialmente. Diría en eso, como también lo dije sobre la votación de Boric en segunda vuelta, que ese 68% no es su 68%

4. Se asiste a una patética lucha de los partidos políticos. La descomposición se huele a kilómetros. El triunfo del Rechazo ha hecho emerger a un amplio sector que permanecía silente y esperando su oportunidad: los monstruos del pinochetismo ahora se muestran abiertamente. Hasta homicidas son voces autorizadas en el Chile postplebiscito. Esto que puede parecer un accidente político no lo es tanto. La derecha está furibunda, vio cerca el abismo y utilizará a personas y grupos para terminar el trabajo de demolición y reposicionamiento de su sector

5. No tengo dudas de que los medios de comunicación, en una buena proporción, jugaron un papel relevante en la estabilización del modelo económico. Eso es lo fundamental que hicieron, afirmarse como instituciones de un neoliberalismo desregulado. Sin embargo, esto no puede hacernos pensar que fueron "el factor" que explica el fracaso constitucional. Hay que desarrollar esta tesis de manera crítica

6. Tampoco cabe la explicación de que el pueblo va más lento que la élite iluminada. Esta explicación es tan vulgar como la tesis 5. Sencillamente, hay sentidos y valores presentes en la propuesta rechazada que no hicieron sentido en un Chile del siglo XXI; plenamente integrado al consumo, a la sociedad global (con ciertas resistencias) y a la libertad entendida como posibilidades en el mercado. Todo puede ser comprado y destruido en el mismo momento

Futuro 1: la miopía de la derecha consiste en un intento impotente de negación. Tratan de escribir nuevamente la historia negando la propia existencia del 18 de octubre. "No hay nada de conmemorar", "no hubo violaciones de derechos humanos", "fueron solo delincuentes". Se darán inevitablemente un portazo en la cara. Las causas del 18-O son reales y permanecen. Incluso se agudizarán en un contexto de crisis económica.

Futuro 2: un gobierno de Boric inevitablemente (neo)liberal. No puede ser de otro modo en un contexto de estanflación, de fragilidad política y de derrota electoral. La tesis revolucionaria fracasó, lo cual no quiere decir que esto sea permanente. Chile hoy dijo no, pero la energía de transformación social en ámbitos como la salud, la previsión, la educación y otros, permanece intacta.

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