El asesinato de 3 suboficiales de Carabineros de Chile, hace ya 10 días, conmovió hondamente a nuestro país y una ola de solidaridad llegó hasta las familias y la institución policial. Fue un apoyo fundamental en un momento muy difícil, pero ante esa manifestación de solidaridad tan grande y diversa, la derecha ha lanzado una embestida insensata, solo con fines de corto plazo, en contra del Presidente Boric y su gobierno, manipulando y distorsionando el sentido de sus inversiones.
La derecha confunde el dolor y la rabia de las familias, y de la ciudadanía que las respalda y solidariza con su demanda de justicia, con que esa amplia y diversa conjunción de personas sean adherentes de la derecha y estén pronunciándose en contra del gobierno. Incluso más, la derecha se convence a sí misma que las expresiones de rabia en contra de la delincuencia y el crimen organizado significan que la gente se volcó a la derecha, esa creencia impulsa a la jefatura de la derecha a lanzarse en un ataque destemplado, descalificando al Presidente de la República sin importarle la estabilidad democrática del país.
Lo que importa a los jefes de la derecha es el corto plazo, afirmarse en sus cargos, sacar alguna ventaja mezquina y mostrar ese hecho como un gran logro político algo que justifique la pequeñez y ausencia de estatura con que definen su conducta diaria.
Así se demostró con su intento de hacer de la Justicia Militar un enclave exclusivamente castrense, sin embargo, se trata de un absurdo jurídico que afecta a las propias Fuerzas Armadas que tanto dicen defender, está probado una y otra vez que extender el ámbito castrense en cualquier ámbito, más allá de lo que corresponde, termina en una desnaturalización de ese rol y función; y como en la época de Pinochet, prestándose para atroces intentos de impunidad.
Asimismo, en la discusión de los temas de seguridad su propuesta no es más que la agitación del temor y el miedo que provoca en las personas la acción de organizaciones criminales que actúan con múltiples fines: Narcotráfico, lavado de activos, terrorismo y acciones desestabilizadoras. En definitiva, grupos criminales que socavan la institucionalidad democrática.
Esa conducta sin escrúpulos ni horizonte estratégico ha terminado en el caso de la modificación a la Justicia Militar en un fracaso vergonzoso. Así pretenden instalarse en la conducción del Estado. Que ambiciones tan desproporcionadas para tan minúsculas ideas.
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