Sistema económico apocalíptico

Al interior de la Biblia cristiana encontramos dos libros apocalípticos (Daniel en el Antiguo Testamento y el Apocalipsis de Juan en el Nuevo Testamento) y múltiples pasajes bíblicos pertenecientes a esta corriente literaria. Fuera de ella hay varios libros más llamados apocalipsis no canónicos

La literatura apocalíptica floreció entre los siglos II a.C. y II d.C. aproximadamente. Su finalidad consistió, contra lo que nos imaginamos hoy en día, en alentar a los creyentes, tanto judíos como cristianos, en tiempos de tribulación y persecución. Es decir, es literatura de esperanza y resistencia para tiempos de crisis.

Una de sus características primordiales es el uso de un lenguaje cifrado, lleno de símbolos: colores, números, teriomorfismos, cálculos de tiempos, etc. Es la literatura más mal interpretada de la Biblia, porque para comprenderla correctamente, hay que conocer el significado de esos símbolos, de ese lenguaje en clave, al que muy bien podríamos denominar cinematográficamente como "el código apocalipsis". En mis clases sobre esta materia (soy biblista por vocación y de profesión) acostumbro a dar el siguiente principio hermenéutico (= de interpretación): para entender bien la literatura apocalíptica hay que darse cuenta de que "no dice lo que dice". Claro, porque un símbolo no habla sobre sí mismo, sino que apunta a otra cosa. Para poner un ejemplo, los famosos 144.000, no son 144.000. Y para no dejarlos en suspenso, ese número, resultado de 12x12x1.000 quiere indicar una inmensa cantidad, muy superior a la referida literalmente.

Del famoso pasaje sobre los cuatro jinetes del Apocalipsis (6,1-8), me gustaría explicar lo correspondiente al tercero de ellos para el tema de esta columna: "Al mirar, vi un caballo negro, cuyo jinete sostenía en la mano una balanza. Oí entonces una voz que salía de en medio de los cuatro Vivientes, que decía: 'Una medida de trigo por denario, tres medidas de cebada por denario'" (Ap 6,5-6).

Vamos a la interpretación. El color negro representa el caos y la muerte. La balanza indica carestía, hambre e injusticia social. Dicha carestía viene producida por la ambición, la codicia asesina de unos pocos y la ya mencionada injusticia social. El precio de los alimentos básicos ha subido de forma desorbitada, entre ocho y 16 veces más de lo normal. Según Cicerón, el precio normal de 12 medidas de trigo correspondía a un denario y con él se compraban 24 medidas de cebada. En nuestro texto alcanza para una de trigo y tres de cebada. Sin embargo, los productos más exquisitos, como el aceite y el vino, no hay que tocarlos, seguirán costando lo mismo. Es decir, el alza afecta sólo a los más pobres; lo de los ricos, no se toca. Ése era el sistema económico del Imperio Romano, por lo menos en la época descrita por el Apocalipsis, simbolizado en el tercer jinete sobre el caballo negro.

Tal sistema no dista mucho, lamentablemente, del nuestro, con las injusticias que todos conocemos y que ha recogido tantas veces en sus columnas el periodista Daniel Matamala, las que nos ayudan refrescar nuestra pésima memoria. Un ejemplo, el sistema tributario en Chile que, según una cita que hace del doctor en Derecho y experto en tributación Francisco Saffie, "está diseñado para privilegiar a unos pocos, así de simple".

Pensemos en las AFPs e isapre que, en tiempos de alzas, los costos son traspasados a los afiliados y sus ganancias se mantienen prácticamente intactas. Recordemos los perdonazos del Servicio de Impuestos Internos a grandes empresas que han evadido impuestos por miles de millones de pesos; mientras la clase media, las pymes tienen que pagar hasta por lo más mínimo. Ni hablar de la colusión de políticos de varios sectores, cuando se destaparon los casos Penta y SQM, para cubrir a los responsables con un manto de impunidad, como en su momento lo expresara el fiscal Gajardo.

Estos ejemplos y tantos otros son una prueba irrefutable de que el sistema económico que impera es perverso: protege a los poderosos y revienta a los pobres. En nuestro país el tercer jinete del Apocalipsis cabalga a sus anchas.

Me parece que lo aquí expuesto es un criterio que puede ayudar a los indecisos y hacer reflexionar a quienes ya han tomado su decisión para elegir como Presidente a quien, después de un análisis objetivo en la medida de lo posible, creamos que ofrece las mejores posibilidades para desarticular este sistema depredador de lo humano y del entorno natural, y con inteligencia, creatividad y amor, implementar un sistema verdaderamente humano que, si de privilegios se trata, sean para los más desfavorecidos.

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