Solo van quince días

Se viven los primeros días del Gobierno de Gabriel Boric y ya se observa a ciertos actores del acontecer político recargados de afanes de protagonismo y tratando de poner los impulsos individuales como el centro del devenir social del país.

En la derecha rasgaron vestiduras por la presencia de Iskia Siches en Temucuicui y anunciaron una interpelación en la Cámara, oficios a Contraloría e incumplimiento de obligaciones ministeriales. Un carnaval de dimes y diretes después del largo veraneo de una derecha derrotada y sin propuesta. Por cierto, desde el gran empresariado se levantaron airadas exigencias ante la voluntad gubernamental de realizar una reforma tributaria que toque aunque sea en algo sus cuantiosas fortunas y privilegios.

Pero, también apareció gente cercana con airadas réplicas a hechos relacionados con el Gobierno en cuanto Poder Ejecutivo, pero que no son de su directa responsabilidad, como la conducta de Carabineros ante disturbios o manifestaciones callejeras. Se exige la inmediata reorganización de la institución, pero esa definición es uno de los objetivos más relevantes de la Convención Constitucional.

Asimismo, a propósito del trámite con urgencia de la ley de amnistía para procesados por el estallido social sobrevinieron iracundos reproches en contra del ministro Giorgio Jackson, en que se mezclaba la ultraderecha con legisladores oficialistas en un coro inusitado de tonos agresivos, incluso destemplados.

Ahora bien, fue preparada una andanada especial para descalificar al ministro de Hacienda, Mario Marcel, con la expresa intención de desautorizar su trabajo, tildándole de "neoliberal". Son métodos reprobables de quienes se auto otorgan la condición de oráculos infalibles, dueños de la verdad absoluta, sin argumentos que sostengan sus desmesuradas pretensiones.

Así, se insinúa un estilo de perfilamiento a costa del nuevo gobierno con mensajes grandilocuentes, "provocadores", en los que se proclama que no se puede "decepcionar" al pueblo o que a los conductores del gobierno les "falta calle".

Ese es un modo de atacar indirectamente al Presidente Boric, en circunstancias que no existe un tiempo político y un conjunto de hechos que lo justifiquen; por eso, también se pueden graficar esas conductas como el mal hábito de andar a empujones, preparando peleas futuras lo que resulta, en esta etapa inicial, claramente inconducente.

Este estilo político es nefasto, provoca un prematuro desgaste de la conducción política, socavando la fuerza y convocatoria del Gobierno. No se lograra dirigir eficazmente el Estado si persiste una conducta de oposición interna que no es explícitamente opositora, pero que causa mucho daño.

Esa actitud afectará inevitablemente a los liderazgos que actúan con la rectitud necesaria y bregan tras los objetivos compartidos, así se repetirá una de las peores prácticas de los llamados "30 años", la conducta díscola dará popularidad fácil y el apoyo y respeto con las tareas colectivas (que no dan popularidad) tendrá que ser asumida y sufrida por quienes actúan con lealtad para lograr el objetivo común.

A la larga, la acumulación de tensiones rompe la cohesión y se impone la dispersión que paraliza los esfuerzos y desordena las fuerzas haciendo imposible una acción política fecunda. A eso lleva la cultura individualista que surge del neoliberalismo que tanto se critica, cada actor opera de acuerdo a su exclusivo interés personal.

En suma, estas señales al inicio del gobierno son preocupantes, en el balance político difícilmente habrá resultados positivos cuando en la tarea común el "fuego amigo" ataca y desgasta sin previo aviso. El proceso de reformas exige otra disposición política y una mentalidad de unidad que derrote las tendencias al desorden y la dispersión.

Hay un imperativo histórico de actuar con lealtad y coherencia que no debe ser transgredido. Los cambios estructurales son indispensables, más aún, están solemnemente comprometidos con Chile, para concretarles debe haber democracia y un gobierno sólido y robusto. Los partidos de izquierda y centroizquierda deben apoyarlo con todas sus energías y capacidades. No habrá reformas ni transformaciones si el gobierno se debilita y entrampa por las disputas internas. Hay que entenderlo pronto.

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