Terminemos con el tutelaje

La derecha en Chile es cero aporte. Su posición frente al proceso constituyente es un cúmulo de berrinches y gallitos que hasta el día de hoy, se mueve de amenaza en amenaza. “Que nos vamos, que nos quedamos, que nos vamos, que nos quedamos”.

Evidentemente, la Constitución de 1980 fue más fácil para ellos; daban su opinión y eso se hacía. En cambio ahora, lidiar con la democracia es un esfuerzo que les cuesta. Por eso prefieren rechazar todo; rechazan lo que se hizo, rechazan lo que no se hizo, rechazan quien lo hizo. Les molesta que se hable y les molesta que no se hable. Les molesta también la improvisación y después dicen que todo está planeado y fríamente calculado por la Nueva Mayoría, la que también les molesta.

En concreto, no sabemos qué opinan del derecho de propiedad, no sabemos qué opinan de la soberanía, no sabemos qué opinan de la democracia, no sabemos qué opinan de los recursos naturales y  su administración, no sabemos qué opinan del derecho a huelga de los trabajadores, no sabemos qué opinan sobre el Poder Judicial, no sabemos qué opinan de las Fuerzas Armadas y la verdad es que no sabemos qué opinan de nada.

Y no es que no tengan opinión. Lo que sucede es que la hegemonía al interior de la derecha la tienen los que están a favor del status quo, los que quieren el inmovilismo, los momios si se quiere. Este sector no aporta nada porque no quiere cambiar nada y convierte este axioma en una secuencia de “peros”.

Su malestar se traduce en frustración y un actuar constante que consiste en que no importa lo que haga el gobierno, solo importa oponerse. Es lamentable porque en la derecha hay numerosas personas que tienen opinión en todas estas materias y, hay que decirlo, opiniones muy valorables.

La pregunta ahora es ¿qué táctica conviene desplegar para continuar sumando a los que quieren avanzar y derrotar a los que no quieren incorporarse pero que actúan como si estuvieren interesados?

Lo primero es dejar de responder a cada berrinche de la derecha y en cambio, darle espacio y reconocimiento a los constructivos. De lo contrario, si perciben que el reclamo genera efecto, seguirán reclamando sin proponer nada, sin dar nada y boicoteando todo.

Lo segundo, hay que dejar de sobre estimar la fuerza de la derecha y optar más bien por abrir más espacios para el actuar mayoritario de quienes quieren un cambio constitucional.

Por eso fue muy bueno que la Presidenta Bachelet haya asistido a un encuentro local. Hay que apoyarla y no ceder ante el llanto de los ochentistas, quienes se dedicaron a criticar con dureza la baja asistencia de ese primer fin de semana de encuentros locales. Un solo dato ilustra la enorme dimensión de lo que el Gobierno se propone; participaron más personas en el debate de la futura Constitución en ese fin de semana que la suma de todos los que participaron entre 1976 y 1980 en la Constitución actualmente vigente.

Es necesario también que se terminen con las restricciones a los Ministros y sub secretarios de organizar encuentros locales. El Consejo de Observadores se excede con esta norma y olvida que este gobierno fue electo para cambiar la Constitución.

Las autoridades tienen una responsabilidad política por el cumplimiento de una promesa de campaña y honrar la palabra, también es parte del activo que la actividad política debe recuperar. Por lo demás ¿qué germen de imparcialidad habrá si un Ministro organiza un encuentro? La verdad es que ninguno. Esto refleja que el objetivo de tales requerimientos  es, repito, inmovilizar, atar las manos y limitar la iniciativa.

Técnica y formalmente, no cambia nada que un Ministro organice un encuentro local, lo que cambia es el valor simbólico y ese simbolismo es político, es movilizador de la acción y por eso se quiere limitar.

Les quiero recordar que en la elaboración de la Constitución de 1980, todos los Ministros designados por el General Pinochet, participaron del trabajo de la Comisión Ortuzar y eso, no es criticable. De hecho, nunca se ha cuestionado la relevancia de recoger la opinión de las autoridades para una Constitución y menos cuestionado debiera ser que un Ministro organice un encuentro local como cualquier ciudadano.

Toda la evidencia empírica apunta a una sola cosa. Que hay una parte de la derecha, aquella ochentista y autoritaria, que no quiere una nueva Constitución nacida en democracia y se siente cómoda con la Constitución nefasta, anti democrática, neoliberal, excluyente y autoritaria de 1980.

En esencia, quieren seguir tutelando la democracia en Chile, detentando los privilegios de un poder usurpado y mal habido.

¿Hasta cuándo? ¡Basta!

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado