Todos contra la democracia: Chile entre el 70 y el 73

Dado que me ha parecido un gran despropósito el haber logrado la renuncia de Patricio Fernández como coordinador de la comisión por los 50 años del golpe de Estado, en aras de lo que le causó su salida, sin ser un experto, pero sí un ciudadano que participó desde la universidad esos años, me permito analizar críticamente lo vivido previo al 11 de septiembre.

La situación del país era de una tremenda polarización, donde nadie se callaba, todo se enfrentaba. Recuerdo viajar en un tren hacia Valparaíso e ir conversando con un amigo, dado que iban llenos por la huelga del transporte terrestre, una persona que escuchaba esa conversación absolutamente desconocida para ambos, se metió a discutir con nosotros. Ese era el nivel de exasperación existente en el país.

Como en todo proceso son muchos los factores que intervienen. Solo me remitiré a lo que me parecen más importantes.

La situación no estaba en manos sólo de los chilenos, sino que había un gran poder, como la CIA, metido en el país, como se ha podido ahora transparentar con los documentos secretos del gobierno norteamericano que se han hecho públicos. Henry Kissinger, el secretario de estado de EE.UU., desde antes que fuera ratificado Allende por el Congreso ya estaba trabajando en estrategias de desestabilización. Para ello se asoció directamente con la derecha de entonces y muy especialmente con Patria y Libertad.

El gobierno de Allende señalaba que había que terminar con esta "democracia burguesa" para pasar a una "democracia popular"; la dictadura del proletariado. Bajo la visión marxista que definía a su gobierno, esto se repetía una y otra vez. Por lo tanto se buscaba agudizar las contradicciones para generar esta revolución. Sin lugar a dudas, había muchos dirigentes que estaban sobre revolucionados y como diríamos hoy, se pasaron varias ciudades. Mientras que el Partido Comunista de entonces era el conservador de la izquierda, porque visualizaba que se estaba llevando al país por un callejón sin salida.

Ese infantilismo revolucionario se manifestaba en las huestes del MIR, del socialismo de Altamirano o del MAPU de Garretón, entre otros. Con una tremenda irresponsabilidad política se tomaban empresas, entraban armas y procuraban infiltrar las Fuerzas Armadas. Acciones realizadas sin ninguna capacidad que les permitiera asegurar un mínimo éxito en su aventura.

El otro sector del país se atrincheraba en la huelga del transporte que dejaba sin abastecimiento y movilidad al país. Su acción no nace de una mirada meramente altruista, no, la CIA les pagaba con dólares su huelga y eso era ampliamente conocido. En mi caso tenía incluso un vecino que cumplía función pagadora. Por lo tanto, era mucho más rentable estar parado y recibir dólares, que estaban a un altísimo precio en el mercado negro, que salir a trabajar. Para que decir todo el acaparamiento de productos básicos.

Esta era la fisonomía del país. Mientras el Departamento de Estado norteamericano luchaba por generar las condiciones para el golpe, Allende buscaba la manera de poder estabilizar el país confiando en el respaldo de la población con consignas como "el pueblo unido jamás será vencido". Lo real era que la población estaba super dividida y eso se daba incluso en las mismas familias, con profundos conflictos internos. Por su parte, los dirigentes extremos de la UP y descolgados (el MIR y la Vanguardia Organizada del Pueblo, VOP), con un gran descriterio político, le hacían el juego a la desestabilización de la CIA, sin mediar las condiciones de las fuerzas y sus capacidades. El Guevarismo y la larga visita de Fidel Castro, que no fue del total agrado del Presidente Allende, acentuaban más la lucha interna.

¡En definitiva eran todos contra la democracia!

Tuve el tremendo honor de entrevistar en cámara en varias oportunidades al gran Clotario Blest, un hombre extraordinario, quién me confidenció una conversación que tuvo con su gran amigo Salvador Allende. Me contó que le había preguntado qué pasaba con el gobierno. Allende le respondió que él no gobernaba, lo hacían los partidos políticos congregados en la UP. Que no podía tomar ninguna decisión sin su venia.

Difícil tiene que haber sido lograr, cuando la situación se hacía insostenible, el acuerdo para realizar un plebiscito que definiera el destino del país. El que nunca pudo hacerse. Las Fuerzas Armadas, preparadas e influenciadas por la CIA y Kissinger, actuaron justo el día que se supo que Allende llamaría a dicho plebiscito. Como es dable entender no querían que se le aguara la fiesta antes que comenzara; porque sin duda, de haberse hecho realidad, se morigeraba en alguna medida el conflicto y se encontraba una salida democrática al mismo.

Al final se logró lo que ambos sectores buscaban: destruir la democracia. Democracia que para unos era burguesa y para otros comunista.

Es cierto, nada, absolutamente nada justifica un golpe de Estado y menos la violación de los derechos humanos. Con el tiempo entendimos que la democracia es el bien mayor que podemos tener y es una, sin apellido. Cualquier otra es dictadura, también la del proletariado.

Para quienes vivimos ese momento negro de nuestra historia fue un tremendo impacto, que afectó nuestro futuro y el de nuestras familias. Por eso considero de suma importancia que se transparente lo vivido, porque mientras más objetivo sea ese análisis, mejor será el aprendizaje para todos. El nunca más no puede ser en el aire, sino sobre nuestra historia, la que debe ser conocida y comprendida cabalmente por las nuevas generaciones.

Para eso vale la pena conmemorar los 50 años.

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