Torpedo al pan de los trabajadores

En el último tiempo la carestía en el país aumentó un 27%. Es decir, se encareció la vida para chilenas y chilenos. Sobre todo para los pobres, indigentes y para las familias trabajadoras.

En medio de eso, cayó como un balde de agua fría en los hogares del país, la noticia de que el kilo de pan podría subir 200, 300 o 500 pesos. Un alza considerable que puede llevar a que los trabajadores tengan que pagar hasta el 20% de su salario mínimo en la compra de pan al mes.

No hay que olvidar que además subió el transporte en varios lugares del país, incluido el Transantiago en la capital, se alzó el precio del gas y de la luz y de varios alimentos.

Nadie puede estar tranquilo y permanecer indiferente ante los anuncios de alza del precio del pan, alimento imprescindible sobre todo en la mesa de los pobres y de las familias trabajadoras.

Hay que defender el pan nuestro de cada día y liberarlo de los especuladores. No puede ser que para unos sólo exista el Dios dinero, cuando para el pueblo toda doctrina cristiana y solidaria indica que Dios proveerá, sobre todo para el más humilde.

El argumento de empresarios panificadores y del gobierno de derecha de que las alzas en el pan tienen que ver con la regulación del mercado, es una falacia, porque el mercado, y eso está ultra comprobado, sólo trae beneficios a los pudientes, a los especuladores y a los empresarios.

No puede ser que los precios de los alimentos básicos de los más pobres se vayan al cielo. Eso es un infierno para los trabajadores y las familias chilenas. El pan es sagrado y no se debería tocar.

Sabemos que a la inmensa mayoría de chilenas y chilenos les afecta el alza del pan y otros alimentos. Pero se termina aceptando. Ante eso hay que reiterar que se debe defender el acceso al alimento básico, se tiene que defender el pan de cada día. La sociedad chilena debe recuperar su capacidad de protesta, de reacción, de manifestación y reclamar ante situaciones y medidas tan injustas como la elevación del precio del pan.

Las chilenas y los chilenos tienen dos opciones: o salir a protestar por el alza del pan o simplemente rogar a Dios que provea del pan de cada día.

En todo caso, hay que denunciar la insensibilidad y la actitud mezquina y especulativa de empresarios panificadores y del gobierno, con esta medida de subir el precio del pan, aunque sea paulatina.

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