Tribunal Constitucional un cisne negro

El fallo que se ha anunciado, relacionado con la educación superior, por el Tribunal que vela la constitucionalidad de las leyes, es de una extrema rareza y lo trataremos de explicar. Por lo mismo, sus efectos serán muy complejos para el propio Tribunal, para el gobierno, para el sistema democrático y para la sociedad en su conjunto.

No analizaremos si ha ocurrido nuevamente un accionar del Tribunal que modifica la voluntad democrática, porque a eso ya nos tiene acostumbrados, pero la novedad, es que en el último caso sus efectos son telúricos.

En efecto, al admitir que personas que persiguen fin de lucro, organizadas como tales, sean naturales o jurídicas, puedan ser propietarias total o parcialmente de entes llamadas universidades, revela que no se ha considerado en su plenitud el efecto que ello conlleva. Han dicho personeros de la derecha que el asunto no es importante, porque las universidades siguen sin perseguir fines de lucro como lo estableció la dictadura de Pinochet. Ello es efectivo, pero no por eso hay que restarle importancia.

Si una persona que persigue obtener beneficios lucrativos o comerciales, invierte en derechos o acciones en una universidad y no lo hace aparentemente para obtener lucro, deberíamos preguntarnos cuál sería su objeto. El resultado es fácil de advertir, el objetivo de su “inversión” no sería otra cosa, que buscar una utilidad a su accionar y si no es el lucro directo no cabe otra alternativa que se trataría de controlar el poder que emana de una universidad, lo que hará participando en el directorio, escogiendo al Rector en algunos casos, influyendo en la línea académica y en los objetivos institucionales.

Si coincidimos en este obvio punto, llegaremos a la conclusión que el fallo del Tribunal hace inviable un sistema propiamente universitario que debe poder sin ataduras reflexionar libremente sobre la totalidad de los problemas que corresponden a la naturaleza propia de la universidad, lo que resultará cooptado, cuando no dirigido totalmente, por el controlador. Se habrá instaurado así un sistema contrario a la naturaleza de las universidades

Sin perjuicio de lo anterior y no restándole importancia al poder que otorga el derecho de control, no estaría prohibido que la persona con fin de lucro en algún momento decida vender su “inversión”, a otro que le pagaría un valor superior a lo que ha gastado. Ello constituye un ingreso tributario y por ende una ganancia netamente comercial, en un ámbito que está prohibido en un sentido amplio. El hecho ya ha ocurrido, sin esta ley

Los razonamientos todavía no los conocemos en detalle y seguramente traerán alguna sorpresa y tratándose de un fallo dividido y con razonamientos particulares, habrá mucho paño que cortar, antes de que el actual gobierno termine por darse cuenta que este cisne negro convocará vitalmente en su contra a todo el espectro que ya está en la oposición al cual se sumarán muchos que apoyaron al actual presidente y que tomarán nota de la gravedad que representa para el futuro del país la influencia de la derecha en un tribunal que ha buscado supuestas razones para  crear un verdadero monstruo en un ámbito clave para el desarrollo del país.

Será muy fácil explicarle a la gente que ahora se abre legal y plenamente el camino para que los grandes grupos económicos, naturales o extranjeros, decidan invertir sin cortapisas en centros superiores de estudios para formar o deformar a los estudiantes y así influir en mayor medida en el ámbito académico nacional.

Es curioso que después de un gran esfuerzo se haya logrado separar en medida importante los negocios de la política, ahora aparezca este cisne negro que da patente a quienes desde el mundo de los negocios podrán intervenir con poderes amplios en el área educativa privada. El caso se ve agravado en Chile, por la enorme concentración económica, cuya influencia ha sido y es absolutamente determinante a juicio nuestro en los derroteros que transita Chile.

Resumiendo, lo ocurrido es penoso desde todo punto de vista y los negocios que estaban saliendo de la política ahora podrán ser amos y señores de grandes universidades privadas.

El resultado será una fuerte división que llevarán a otros a preconizar el crecimiento a todo dar de las universidades estatales y de paso entrará en sospecha el sistema de supervisión recientemente creado para el sistema universitario y  cada vez que actúe, será bajo la lupa de esta situación  en un área rara, difícil de controlar o regular.

Finalmente, el fallo es un presente griego para el actual gobierno, lo que no nos lleva a felicitarnos, porque en etapas iniciales de un gobierno se consolidará una oposición poco uniforme y en parte deletérea.

Chile espera más de sus instituciones. El señor Presidente tiene la palabra.

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