Durante la última década hemos visto como se han reforzado las derechas y los discursos conservadores a nivel mundial. El avance de la derecha se ancla en un apoyo popular que se ha traducido en el respaldo en las urnas para los proyectos reaccionarios. A pesar de que una parte importante del mundo esté optando por gobiernos protofascistas, no implica que aquellas personas "sean" fascistas y que hayan optado de forma consciente por discursos de odio en los que se sustentan las derechas contemporáneas. Las ideas de derecha se imponen y triunfan porque prometen orden, prosperidad y seguridad. En el imaginario, las derechas están vinculadas a las gestiones económicas eficaces y algo que las caracteriza es que prometen darle un impulso a la economía (sea lo que sea que eso signifique).
La sensación de declive de la clase trabajadora en el periodo contemporáneo es evidente. Para el caso de Chile, según el estudio de Fundación SOL "Los Verdaderos Sueldos de Chile: Panorama actual del Valor de la Fuerza del Trabajo usando la ESI (2023)", al analizar la evolución de los salarios en los últimos 5 años el panorama es deprimente. Entre los años 2018 y 2023 el ingreso líquido real promedio creció 1,9%, lo que en términos de dinero se traduce en $15.000 pesos. Esto en un escenario de atraso salarial general. Ya que en Chile el 50% de los trabajadores y trabajadoras en Chile gana menos de $583 mil líquidos, que no alcanza a sobrepasar la línea de la pobreza de un hogar de 4 personas.
De forma paralela, en Chile el PIB aumenta de forma sostenida y la concentración de la riqueza de acentúa. Mientras la clase trabajadora pierde poder adquisitivo, las grandes fortunas se siguen abultando. Esto se hizo mucho más evidente a la mitad de la crisis sanitaria del Covid-19. Los efectos de las crisis no se sienten de manera uniforme. Es la clase trabajadora la que sostiene a través de su trabajo un modelo que solo entrega miserias.
Las derechas en el mundo han sabido leer esta crisis de la clase trabajadora. Los altos índices de pobreza y desigualdad refuerzan el mensaje populista de las derechas. La clase trabajadora, que ha salido a votar masivamente proyectos reaccionarios, es movilizada por los temores de perder lo poco y nada de seguridad que sostiene. La certeza de que sin empleo serán pobres y que de esa situación es imposible salir en un escenario de derechos mercantilizados. La ansiedad que provoca la posibilidad de caer en el nivel de vida, que aunque precario se logra sobrevivir.
Las derechas han explicado estas sensaciones y miedos diciendo a la clase trabajadora que la amenaza son los migrantes y la asistencia social. Evadiendo a los verdaderos "culpables" que son los capitalistas. Los varones de clase trabajadoras han salido a votar en masa por proyectos de derecha por miedo a perder su estatus. Este miedo y ansiedad es canalizado hacia grupos marginados que son percibidos como "peligrosos", ya que se considera que se han privilegiado desmesuradamente en la última década.
La crisis que atraviesan los hogares de la clase trabajadora en Chile es real. La inflación que se mantiene, los bajos salarios y la mercantilización absoluta de los derechos sociales es parte de un diagnóstico ineludible para las fuerzas de izquierda que buscan un proyecto transformador. Las causas de la crisis son parte del análisis para pensar en cómo salir de esta crisis civilizatoria.
La única forma de disminuir estos miedos y ansiedades es pensar en mejorar las condiciones estructurales de vida de la clase trabajadora. Mejorar salarios, fortalecer sindicatos, una negociación colectiva ramal que equilibre las condiciones con la patronal. Además, desmercantilizar derechos básicos para una vida digna. Vivienda, salud, educación y pensiones que están en línea con una inversión social sostenida para el buen vivir.
Las condiciones de vida precarias de la clase trabajadora están íntimamente relacionadas con las formas en las que las personas reaccionan en escenarios de inestabilidad e incertidumbre. Evidenciar que es el modelo depredador del capital el culpable de la miseria extendida en el mundo es urgente. Apuntar las relaciones de explotación ampliadas como las responsables de las paupérrimas condiciones de existencia es una necesidad para construir alternativas populares ante la precarización de la existencia. Hacer política para la clase trabajadora en pos de alcanzar una vida digna es la única hoja de ruta para las fuerzas de transformación.
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