Una reforma con rostro de mujer

Coescrita con Luz Vidal Huiriqueo, subsecretaria de la Mujer y la Equidad de Género

La aprobación de la reforma previsional en la Cámara de Diputados no sólo marca un hito en nuestra historia, sino que también representa un triunfo para miles de mujeres que, durante mucho tiempo, han visto cómo su esfuerzo y dedicación no se reflejaban en su jubilación. Después de una década de debates, Chile por fin contará con un sistema de pensiones más justo y solidario que incorpora medidas concretas para corregir las desigualdades estructurales que llevaban a mujeres a recibir jubilaciones significativamente más bajas que los hombres, provocadas muchas veces por las funciones de trabajo doméstico, maternidad y de cuidados.

Gracias a la reforma, tendremos por primera vez un sistema verdaderamente mixto, que combina la capitalización individual, el aporte del Estado y la creación de un Seguro Social que termina con la discriminación hacia las mujeres.

En este sentido, uno de los cambios más relevantes es el aumento de la Pensión Garantizada Universal (PGU) de $214.000 a $250.000, un beneficio que, en su mayoría, reciben mujeres, quienes representan 58,3% de las más de dos millones de personas.

Otro aspecto clave es que, hasta hoy, la mayor expectativa de vida de las mujeres implicaba que, con los mismos ahorros que un hombre, recibían una pensión menor. La reforma corrige esta distorsión: a partir de ahora, una mujer y un hombre que se jubilen a los 65 años con el mismo ahorro y grupo familiar, recibirán la misma pensión, un acto de justicia previsional que pone fin a una discriminación histórica.

Por último, se establece un beneficio adicional para actuales y futuros pensionados, un beneficio extra de 0,1 UF por cada año que hayan cotizado, con un tope de 2,5 UF (25 años), donde se exigirá como requisito que las mujeres hayan cotizado al menos 10 años y en el caso de los hombres, un mínimo de 20 años cotizados, una medida que no es arbitraria, sino que responde a una realidad concreta: la maternidad y las responsabilidades de cuidado han impactado de manera directa en la vida laboral de las mujeres.

Logramos lo que parecía imposible, una reforma que no solo mejora las pensiones actuales, sino que también sienta las bases para que las futuras generaciones tengan una jubilación digna, avanzando en un modelo que reconoce el esfuerzo de quienes han trabajado toda su vida, dentro y fuera del hogar. Porque esta reforma, más que una política pública, es un acto de justicia largamente esperado. Y, como dijo el Presidente Gabriel Boric, es un avance con rostro de mujer.

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