Contaminación mental

Cristián Orellana

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Nadie de los que vio el video de las torturas inflingidas a dos detenidos acusados de un asesinato quedó indiferente, y se han emitido todo tipo de opiniones, desde las más humanitarias a las más cavernarias.

Voy a empezar aclarando que creo que la tortura es inaceptable, sin importar quién la ejecute o a quiénes se la hagan, ni con qué motivos ni en qué situación. No es justificable.

Que haya sido en la cárcel no la hace “de choros” ni más justa que apremios ocurridos en otras circunstancias.

Dicho esto, me parece grave y de una inconciencia peligrosa que varias personalidades (en particular la animadora Tonka Tomicic, el futbolista Claudio Bravo y el ex tenista Marcelo Ríos) cuya opinión es escuchada por centenares de miles, o quizá millones de chilenos, digan con toda liviandad que lo ocurrido es merecido y justo.

Simplemente se volverá a instalar la idea que la tortura es algo aceptable en ciertas circunstancias. El “algo habrán hecho, no eran blancas palomas” de la época de la dictadura.

Es difícil evaluar y cuantificar el daño emitido por personajes públicos que a través de los medios de comunicación y sus redes sociales, justifican y aplauden estas brutalidades, pero es algo parecido a cuando una fábrica derrama desechos tóxicos en un lago o contamina el aire de una ciudad cercana. Y, al igual que en los casos de las industrias, debiera haber una sanción legal a tales acciones. 

Pero no todo se soluciona con castigos. En el caso de los personajes públicos es su deber informarse y asesorarse, por algo les pagan lo que les pagan, pues cualquier opinión liviana puede tener consecuencias catastróficas. El niño que hoy escucha a su ídolo, puede ser el Guatón Romo del mañana y piense que está haciendo justicia.

Pero al parecer nadie ha tomado peso de la gravedad del asunto y la tortura y los derechos humanos siguen siendo “tema de debate”.

Las celebridades en su olimpo siguen desparramando desechos radioactivos, y ya hay varios mutantes pululando por ahí.