Pensar en grande

El 3 de marzo de 1985 sufrimos el peor terremoto que azotó el Litoral Central. Fue un domingo negro, donde la mayoría de la población quedó destrozada, la ciudad prácticamente en el suelo. La angustia azoló a la población, abandonada por las autoridades del régimen, cuya ayuda nunca llego, salvo la de la Iglesia Católica y de generosos particulares. Hasta San Antonio vinieron en caravana con donaciones y artistas. Increíble, fueron detenidos y expulsados por su atrevida acción humanitaria. El panorama era sombrío, las banderas negras abundaban, las ollas comunes eran el único sustento. Muchos emigraron a otras naciones, que los acogieron con afecto y solidaridad. La mayoría nunca regreso, salvo visitas ocasionales. Formaron familia en otros países, pero siempre con el amor por su patria, y su querido puerto.

Frente a esta dura adversidad fueron los trabajadores marítimos, estibadores y directivos de Emporchi, quienes repararon los daños producidos por el sismo. Las grúas en el suelo, los sitios agrietados, las bodegas y salas de máquinas destruidas. El desafío era ponerse de pie, y en tiempo breve reiniciaron las faenas portuarias.

Existe una clara conciencia colectiva de que el puerto es a la ciudad y la ciudad es al puerto. El uno no puede vivir sin el otro. Por ello, el trabajador se siente orgullosos de pertenecer a él. Es su fuente laboral, por la cual se hacen respetar, teniendo siempre presente que día a día aportan a la nación. Los dirigentes portuarios locales, defendiendo a sus compañeros, fueron los primeros mártires de la dictadura: el coronel Manuel Contreras mandó a fusilar a Armando Jiménez, Héctor Rojo, Guillermo Álvarez y Samuel Núñez el 22 de septiembre de 1973. Por eso se declara esa fatídica fecha como el Día Nacional del Trabajador Portuario.

Tras la recuperación de la democracia, como diputado, solicité insistentemente al Presidente Patricio Aylwin un plan de reconstrucción, el que cumplió con creces. Fue una inversión cuantiosa, sin tanta "permisiología" obstructiva, una tarea titánica con mirada a largo plazo. Al país había que insertarlo nuevamente en el concierto internacional. Posteriormente, en el gobierno de Frei Ruiz-Tagle, los puertos chilenos se convirtieron en 10 sociedades independientes, competitivas entre sí, modernizando e invirtiendo en nuevas tecnologías del transporte marítimo, mientras se abrían otros mercados con los tratados de libre comercio. Las concesiones dieron un impulso al importador nacional.

San Antonio es el primer terminal chileno de la costa oeste. Puerta abierta al comercio del Asia y del Pacifico Sur por su seguridad, responsabilidad y profesionalismo. Sellan un hito muy superior en transferencia de carga y contenedores a todas las latitudes de mundo. Es una marca reconocida y respetada en el sector naviero. Chile es y seguirá siendo un país marítimo, por tanto, tenemos que defender y utilizar nuestro patrimonio natural. Desde Arica a Magallanes, incluida la Antártica, más cuando postulamos a ser sede de la ONU de la Protección de los Océanos. Defender las costas chilenas es tarea de Estado, no solo de los gobiernos.

Fue la Presidenta Michelle Bachelet, en su segundo mandato, quien después de varios y reflexivos estudios determinó que el megapuerto exterior que el país requiere con urgencia debe y tiene que construirse en esta gran comuna, por todas las ventajas comparativas que se han sostenido. No desperdiciemos esta oportunidad como otras que hemos perdido irresponsablemente. San Antonio tiene futuro, este está anclado en pensar en grande, como lo merecemos verdaderamente.

Es cierto que el avance y el desarrollo traen consigo algunas externalidades negativas complicadas, molestas o perjudiciales. Especialmente el ecosistema de los humedales de Santo Domingo y los Ojos de Mar, visitado por miles de aves silvestres. La flora y fauna debe ser protegida, para ello existe leyes que las resguardan. El medio ambiente se verá en peliagudo momento, por extraer las rocas que se requieren en la construcción del molo de abrigo. Como ha sucedido en la construcción de la Ruta de la Fruta, las tronaduras molestan justificadamente a los pobladores aledaños, concuerdo plenamente con ellos. La Adenda con las 3.500 observaciones al estudio de impacto ambiental tiene que ser respondida por Epsa, mitigando como corresponde a la comunidad afectada.

El punto es que estamos atrasados en más de 30 años en el desarrollo de la industria marítima portuaria, y si no avanzamos no seremos competitivos en el transporte. Con preocupación señalo que en ningún puerto chileno puede atracar una nave post Panamá, con 400 metros de eslora y capacidad de 20.000 teus. China construyó el puerto de Chancay en Perú. Tiene resuelto su problema. Sus empresas navieras, las de mayor calado, estarán seguras de sitios atraque. No podemos esperar las migajas que caigan de la mesa. Somos un país exportador de muchos productos apetecidos, el 90% de la carga mundial se transporta por naves que requieren mejores puertos.

Solo cinco empresas han sido precalificadas para participar en la licitación internacional. Esperamos que sea de total transparencia, y de absoluta seriedad empresarial, la que resulte ganadora. Estamos cansados de tanta corruptela. Lo peor sería quedarnos anclados en el pasado, por ignorancia o la estulticia típica del chaqueteo. No le quepa la menor duda que Chile ganara, San Antonio también.

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