Acabamos de terminar el mes de septiembre, y las coloridas imágenes de Fiestas Patrias aún persisten en la retina, ya que en esta festividad los diplomáticos israelíes pudimos empatizar con la cultura y las tradiciones locales.
El saludo a Chile quedó plasmado también en el frontis de la Municipalidad de Tel Aviv, que se iluminó con los colores azul, blanco y rojo, en reconocimiento a los 209 años que festejó Chile.
Pero más allá de estas expresiones ciudadanas de afecto, hay que destacar lo que está sucediendo a nivel gubernamental e institucional.
Así, en los últimos años, la política exterior de Israel ha adquirido una posición de consenso, comenzando a valorizar en forma especial las relaciones con Latinoamérica, particularmente con países como México, Guatemala, Colombia, Brasil, Argentina y Chile.
El 2019, que por añadidura es el año de celebración de los 70 años de amistad entre Chile e Israel, será recordado por ser un hito fundamental en las relaciones bilaterales, ya que las agendas de ambos países se han alineado en torno a desafíos y proyectos comunes.
El punto de partida de esta confluencia fue la reunión bilateral que sostuvieron el Presidente Piñera y el Primer Ministro Netanyahu el 1 de enero pasado, en el marco del cambio de mando en Brasil.
Allí, ambos mandatarios, concordaron desarrollar una agenda de cooperación basada en cinco temas centrales: Gestión de Recursos Hídricos, Salud Digital y Atención Pre hospitalaria, Ciberseguridad, Energías Renovables y Agricultura Tecnificada.
Como corolario a lo anterior, hay que mencionar la vista realizada por el Presidente Piñera a Israel a fines de junio de este año, donde se firmaron ocho acuerdos bilaterales en los ámbitos ya expuestos, sumando además seguridad ciudadana, cielos abiertos, e innovación para la ciencia y la tecnología.
En todos estos temas, Israel ha alcanzado una posición destacada a partir de dos elementos centrales.
En primer lugar, la existencia de grandes desafíos y necesidades, que nos han motivado, y a veces obligado, a encontrar soluciones innovadoras para seguir avanzando. Y, en segundo lugar, un enfoque multi-disciplinario y multi-institucional, para abordar en forma conjunta y coordinada la búsqueda de soluciones y la implementación de políticas públicas escalables a nivel nacional.
Por su parte, Chile se ha convertido en un potente ejemplo a nivel hemisférico, logrando balancear su desarrollo con una política sustentable y condiciones institucionales privilegiadas.
En este contexto, resulta claro que la conexión multidimensional entre el sector público, privado y ciudadano de ambos países es vital para lograr que la innovación genere un cambio efectivo y tenga, por tanto, un impacto social positivo para el mundo.
Evidentemente, pese a la distancia, Israel y Chile tienen varias características en común, como su nivel de desarrollo académico, su compromiso con la democracia, su trabajo por el medio ambiente, y su liderazgo regional.
No cabe duda, entonces, que nuestros países, tienen amplias posibilidades de seguir cooperando a nivel político, comercial, académico y cultural, para lo cual, como ya vimos, hay ocho pilares bien claros que podrán guiar la profundización de la relación bilateral.
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