Entendidos los espacios geográficos como interrelaciones permanentes entre las personas organizadas (más o menos), con sus entornos físicos naturales o construidos, siendo dinámicos en su producción y nunca neutros, en cuanto son reflejos de las correlaciones de fuerza que se emplazan en esa interrelación y producción, estos encuentran en la organización de los Estados nacionales una concreción permanente, y en específico en sus líneas y regiones fronterizas, que en más de una oportunidad permiten significar tal situación, como espacios transfronterizos.
Estos espacios transfronterizos, como síntesis del ejercicio relacional político, social, cultural, económico y soberano a un lado de la línea de frontera estatal (así como al otro lado), se observan-activan cuando existen flujos de personas, bienes, servicios o ciudades transfronterizas. También cuando existen recursos hídricos compartidos.
Chile con Bolivia ya comprometieron un intenso conflicto diplomático respecto de cómo significar y prospectar el uso de las aguas del río Silala, donde la Corte Internacional de Justicia falló favorablemente a la posición chilena hace unos meses.
Ahora se ofrece una nueva posibilidad de tensión diplomática, en cuanto a la condición de río transfronterizo del Vizcacha, en el extremo sur con Argentina, vecino con el cual se ha cultivado una intensa agenda de cooperación, inaugurada fundamentalmente cuando:
a.- Ambos países transitaron hacia regímenes democráticos
b.- Superaron una nutrida agenda de "pendientes fronterizos" (se pasó a 24 a sólo dos, representados por Laguna del Desierto y Campos de Hielo Sur, resuelto el primero vía arbitraje y el último, en una parcialidad, aún queda un trazo de demarcación)
c.- La imperecedera voluntad de acercamiento histórico (sin perjuicio del casi conflicto del año 1978, que derivó en el tratado de 1984 de Paz y Amistad, base significativa de lo construido hasta hoy binacionalmente)
Río Vizcacha recuerda la responsabilidad que tiene el Estado Chileno con su vecino (y consigo mismo, por supuesto) en cuanto a estar, regularmente estudiando, catastrando y prospectando sus recursos hídricos compartidos, ya que lo que no puede ocurrir, es que, ante el no seguimiento de los mismos, implique una desavenencia, por no saber.
Argentina y Chile activaron hace tiempo una agenda de cooperación, desplegando de este modo -entre varias medidas de acercamiento- las Medidas de Confianza Mutua (ámbito de la defensa), intenso comercio internacional-binacional, activación de pasos fronterizos y otras. A mayor abundamiento, ahora la agenda antártica y de las plataformas continentales extendidas, como pretensiones que ambos Estados proyectan y, en donde se encuentran, no deben transformase en trabas para la continuidad de cooperación y encuentros binacionales diversos.
Río Vizcacha es uno de los recursos hídricos compartidos. Sólo uno, en la frontera común donde los mismos abundan, dada la geografía física y la dinámica hidrológica que ahí se presenta, que combinado con la demanda por recursos hídricos globales (cambio climático-sequía), lo estratégico es enfrentar asociadamente ese dato de la realidad y no de manera particular-nacional.
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