Un fallo inesperado

El 27 de enero de 2014 se ha convertido en un día histórico para Chile. Hace seis años el gobierno de Perú -bajo la administración de Alan García- interpuso una demanda contra nuestro país en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, para solucionar un diferendo sobre la frontera marítima común.

Fuimos conducidos al más alto Tribunal de las Naciones. Aceptamos la jurisdicción de la Corte de La Haya, y durante dos gobiernos de distinto signo político, mantuvimos una defensa de nuestros intereses, en que todos los sectores del país actuamos con sentido de unidad ante este desafío que enfrentó Chile.

La Corte ha fallado y ha fijado nuevos límites de lo que hasta ahora era nuestra zona económica exclusiva marítima.

Este menoscabo de derechos corresponde entre 20 mil y 22.500 km2 de jurisdicción económica marítima que es traspasada al Perú.Esta cesión constituye una lamentable pérdida para nuestro país.

En este sentido, es importante destacar que la Corte reconoce y cautela en su total integridad el mar territorial y soberano de Chile, donde conserva plenos derechos.

Del mismo modo, valoramos que sea el Hito N° 1 el punto donde se inicia la línea paralela que se extiende hasta la milla 80. Esta votación tuvo una mayoría abrumadora, demostrando que los argumentos y los antecedentes de Chile han sido considerados válidos. Aunque no en su totalidad por las propias imprecisiones de acuerdos previos.

Las consecuencias sobre la economía local de Arica son marginales ya que casi totalidad de la pesca que hace nuestro país se produce desde la costa de Arica hasta la milla 60, por tanto se conservan –prácticamente- los derechos de pesca y muy especialmente los de los pescadores artesanales; de todas formas, corresponderá compensar al porcentaje de pescadores que se vean afectados.

Por otra parte, se resguarda íntegramente la proyección marítima de Arica, y eso nos alegra, especialmente por nuestros compatriotas ariqueños.

Este fallo necesita de modificaciones de la legislación interna de ambos países, por lo que es necesario llevarlo cabo con el mismo sentido de unidad nacional con que lo hemos realizado hasta ahora.

Hoy se abre una nueva etapa en las relaciones entre ambos países, solo comparable con la que se inició después del año 1929, con la entrega de Tacna y Arica, respectivamente.

En situaciones como ésta, toda nuestra larga tradición de respeto y acatamiento de los tratados internacionales, se pone a prueba.Aquí es donde hacemos honor a nuestro sentido republicano, tradición de la cual estamos orgullosos, y es la ocasión de reafirmarla, cumpliendo con la palabra empeñada.

Será una etapa de intensa colaboración para la aceptación, comprensión y aplicación mutua del fallo de la Corte de justicia. Una sentencia que nos obliga a trabajar conjuntamente por aplicar sus disposiciones, pero por sobre todo, trabajar de buena fe, para edificar una relación sólida que contribuya efectivamente a la integración de nuestros pueblos.

Tenemos que recorrer un camino junto a Perú para derribar una pared de desconfianzas mutuas.Aprender a coexistir de cara a la ciudadanía, superar los nacionalismos estrechos y caminar juntos hacia la integración de América del Sur.

La confraternidad debe primar entre ambos países, y no hay que confundir el real sentido y alcance de este fallo con pasiones desmedidas, o un sentimiento de revanchismo.

Hoy vivimos en un nuevo Chile, y estamos ciertos que tomaremos esta decisión con madurez y altura de miras, pues nuestras relaciones con Perú merecen un nuevo futuro.

Debido a que nuestros países concurrieron libremente a la Corte y reconocieron su jurisdicción, lo coherente es aceptar el fallo que nos ha sido presentado.

Este es el momento para destacar que la paz debe prevalecer entre ambos pueblos, la coherencia y estabilidad de sus instituciones, y la solución pacífica de las controversias entre países vecinos.

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