El domingo 9 de abril, domingo de Ramos, no sólo iniciaremos la Semana Santa recordando la triunfal entrada de Jesús a Jerusalén, sino que también recordaremos el 18 aniversario de la partida del Cardenal del Pueblo, el querido y recordado cardenal Silva Henríquez en su gloriosa entrada a su morada eterna junto al Padre a quien tanto amó.
Don Raúl fue capaz de acercar la palabra de Jesús al pueblo de Chile. Fue un cardenal cercano al pobre y a los que más sufrían. Su lema episcopal "la caridad de Cristo nos urge" lo transformó en acciones concretas en ayuda eficaz al desvalido, al desamparado, al campesino sin tierra, previsión y futuro, al niño abandonado, al joven necesitado de amor, comprensión y confianza, al trabajador que no se les respetaba sus derechos, a los que perdían la libertad por pensar distinto o desaparecían o eran torturados o simplemente asesinados a manos de una dictadura implacable.
Todo esto le tocó vivir a don Raúl quien en su fructífera labor de pastor decidió con valentía y coraje NO PASAR DE LARGO ante el dolor y el sufrimiento de las ovejas de su rebaño, entregadas a su paternal cuidado. Fue la voz de los sin voz, el refugio de los desamparados, el amor hecho carne.
Esa voz poderosa y sincera no habría guardado silencio ante los graves acontecimientos que han golpeado el alma de Chile en estos últimos años. Si don Raúl fue capaz de enfrentar con decisión a la dictadura militar por sus excesos y violaciones a los derechos humanos, también habría enfrentado con el mismo ímpetu a los empresarios inescrupulosos que se ponen de acuerdo para castigar al pobre. No habría pasado de largo ante la corrupción que agobia a Chile y su alma. No habría guardado silencio cómplice ante los escándalos de tantos sacerdotes que han abusado sexualmente de niños indefensos entregados confiadamente a sus cuidados como hombres de la Iglesia.
Cuando don Raúl, siendo Arzobispo de Santiago, recibió de parte del destacado padre jesuita Gonzalo Arroyo, una invitación para patrocinar un encuentro latinoamericano de Cristianos por el Socialismo, en el año 1971, en parte de su respuesta escrita le dijo: "No me parece en absoluto adecuado patrocinar un encuentro de sacerdotes que están en una línea que a mi juicio no es la línea de la Iglesia y tienen actuaciones totalmente reñidas con expresas declaraciones del Episcopado Nacional". Más adelante le señalaba , refiriéndose al Instituto Bellarmino que dirigía el padre Arroyo en esa época, "si su Instituto no es capaz de guiar la acción de sus miembros en pro de la Iglesia, creo que usted ha traicionado los fundamentos más profundos de su propia Institución".
Así era don Raúl. Nunca pasó de largo. Levantó su voz valiente ante cualquier atropello a lo que estimaba justo y necesario, ya fuera al interior de la Iglesia o ante cualquier poder que intentara desviar al pastor de la caridad de Cristo que tanto lo urgía.
¡Cuánto se hecha de menos a este santo pastor que entregó su alma al Señor hace 18 años!
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado