"No necesitamos una verdad que nos sirva, necesitamos una verdad a la que podamos servir", Jaques Maritain
La Corporación Cardenal del Pueblo se propuso, desde su creación, mantener viva la memoria del insigne cura salesiano Raúl Silva Henríquez, misión que ha cumplido con creces, a pesar de los obstáculos impresentables que ha enfrentado desde su fundación.
La perseverancia en su quehacer ha dado los frutos esperados, por una noble causa, dejando constancia del valor y la transcendencia histórica del prelado en sus funciones de arzobispo de Santiago y de cardenal de la Iglesia Católica de Chile; como la inauguración de obra, de la escultora Francisca Cerda, en el Campus San Joaquín de la UC, reflejando el amor del cardenal por su gente.
El papa Juan XXIII, que propició el Concilio Vaticano II, lo nombra en 1962 como el segundo cardenal chileno, lo que le permite participar en Roma de este encuentro donde se renueva una iglesia, atrasada, anquilosada y alejada de su verdadero rol terrenal.
"Abramos las ventanas para que entre el aire y la luz purificante", fue el clamor del pontífice, que impactó al mundo católico, donde ya se evidenciaba una crisis de fe y moral interna, la que hasta hoy nos tiene consternados. La egolatría dominó gran parte del clero, de sus deberes eclesiástico, alejándose del rebaño al cual tienen que servir.
Nada más importante para el obispo fue atender sin descanso a sus semejantes, cualquiera fuera su condición, raza o creencia, todos son hijos o hijas de Dios, nos reiteraba con su acostumbrada fuerza espiritual. "La caridad de Cristo nos urge" fue su lema sacerdotal.
Gran Canciller de la Universidad Católica, enfrentó la reforma universitaria de 1967, logrando acuerdos con la dirigencia estudiantil, comprometidos con los cambios que la sociedad reclamaba, con urgencia ante una desigualdad vergonzosa en la educación superior, donde solo una clase económica acomodada podía entrar en ella.
Eran tiempos del despertar de una juventud distinta, que escuchaba a sus líderes que se comprometía con los pobres, con los pobladores sin casa, los explotados campesinos sin tierras, los analfabetos trabajadores sin sindicalización alguna, y que les permitiera organizarse para velar por sus legítimos intereses.
Don Raúl, urgido por el dolor de su gente, dio un giro a la universidad, creando el Departamento Universitario Obrero Campesino (DUOC), siendo "el compromiso de la universidad con el pueblo". Fue una explosión educacional donde a miles de estudiantes les cambió la vida, sintiendo que eran personas, hijos de una tierra que les daba esperanzas de tiempos mejores.
Silva Henríquez por atender y defender estos inalienables principios del derecho a la vida, el respeto a la persona, junto al rector Fernando Castillo Velasco y muchos otros académicos, fueron expulsados de sus cargos, durante los tétricos años de dictadura.
Cardenal Fernando Chomali, creo que es hora de un verdadero reconocimiento institucional "al pastor que no paso de largo". Su huella marcó a un pueblo que siempre lo recordara.
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