Chile, enfrentado a una crisis de salud mental

La salud mental en nuestro país atraviesa un momento crítico, y no es un secreto que muchos de nosotros sentimos el peso de esta realidad. La depresión, la ansiedad y otros trastornos mentales han dejado de ser temas tabú para convertirse en una preocupación palpable en la vida cotidiana de miles de personas. La situación es alarmante: Con solo 1.098 psiquiatras en el sistema público y un colapso evidente en las agendas del sector privado, el acceso a la atención se ha vuelto un lujo que muchos no pueden permitirse.

La lista de espera para recibir atención en salud mental alcanzaba, hasta el 30 de septiembre, la escalofriante cifra de 23.669 personas. Este dato, proporcionado por la Subsecretaría de Redes Asistenciales, es un claro reflejo de la crisis que enfrentamos.

La pandemia de Covid-19 ha dejado cicatrices profundas en nuestra sociedad. No solo hemos lidiado con la pérdida de seres queridos y la incertidumbre económica, sino que también hemos visto un aumento significativo en los problemas de salud mental. La angustia, la depresión y el insomnio se han vuelto compañeros constantes en la vida de muchos. Estudios recientes sugieren que esta situación post-pandémica ha exacerbado problemas que ya existían, pero que ahora se manifiestan con mayor intensidad. La salud mental, que antes podía ser ignorada o minimizada, ahora exige nuestra atención y acción urgente.

En este contexto, es alentador saber que existe un proyecto de ley integral de salud mental en discusión. Este proyecto busca no solo mejorar el acceso a la atención, sino también fomentar un compromiso intersectorial que permita abordar las causas subyacentes de los problemas de salud mental, como el estrés laboral. La salud mental no puede ser vista como un asunto aislado; es un tema que involucra a múltiples sectores de la sociedad, desde la educación hasta el trabajo, pasando por la familia y la comunidad. La colaboración entre estos sectores es esencial para crear un entorno que promueva el bienestar mental y emocional.

Sin embargo, la pregunta que surge es ¿será suficiente? La implementación de políticas públicas efectivas requiere no solo de buenas intenciones, sino también de recursos adecuados y un compromiso real por parte de las autoridades. La falta de psiquiatras y la saturación de las agendas son solo síntomas de un problema más profundo.

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