Crónica de una crisis anunciada

No podía ser distinto. No con ellos. Anteayer veíamos al ministro de Salud celebrando una pequeña baja en el número de contagios y por supuesto, dando el mismo las cifras. La misma escena la presenciamos hace un par de días. 

Incluso, se atrevió a twittear que Chile lograba despegarse de la tendencia de España, lo cual parecía casi una celebración. Su autocomplacencia no duró mucho y  cuando los números vienen malos, son otros los que dan los informes.  En todo caso, resulta  preocupante y lo errado de la estrategia del gobierno, terminará pasándonos la cuenta si es que no se corrige el rumbo de inmediato.

El escenario que están viviendo los países que partieron antes que nosotros con esta epidemia, es verdaderamente alarmante y no sabemos, si la toma de decisiones en nuestro país está mal asesorada, mal informada o simplemente tiene prioridades completamente distintas a lo que debiera ser el fin último de cualquier acción en un contexto como este: el cuidado de la vida de todas y todos los habitantes de nuestro país.

De hecho, se equivocan incluso cuando intentan justificar su estrategia de “medidas progresivas”, ya que ponen de ejemplo a países completamente distintos al nuestro, tanto en tamaño como culturalmente, como Singapur y Korea del Sur.  Lo que no queda claro, es si es un error por falta de información o una estrategia comunicacional para intentar defender lo indefendible.

Todos y todas sabemos que lo fundamental, en dichos países, fue el aislamiento efectivo de los sospechosos y los contagiados, además de un esfuerzo gigante para la detección temprana de los casos nuevos,  estrategias que en Chile, lamentablemente no hicimos ni teníamos la posibilidad de hacer.

En el caso de Singapur, la contención de la curva de contagio se logró gracias al uso de tecnología y un sistema de salud pública robusto, capaz de ejercer controles masivos y de detectar la trazabilidad de los casos positivos mediante GP´s en los teléfonos, entregando además, información real, oportuna y confiable a la gente.

Ahora, sin duda que lo más relevante fue la capacidad de pesquisar tempranamente los nuevos casos para poder aislarlos de manera rigurosa y temprana en residencias sociosanitarias, adecuadamente  descentralizadas. 

Para lograr lo mismo, a nuestra escala, debiéramos haber anticipado la disponibilidad de Kits de detección temprana y haberlos aplicado, a través de los equipos de salud primaria a lo largo y ancho de nuestro país, en un número inmensamente superior a lo obrado.

De hecho, en los países exitosos se han aplicado diez veces más test que en Chile, por cada mil habitantes y se ha utilizado con dureza la facultad de sacar de circulación a quienes incumplen la cuarentena, sin sentarse a esperar “que el virus se vuelva buena persona” como indicó el ministro de Salud.

Si seguimos como vamos, llegaremos a un punto similar a la de aquellos países con gobernantes igual de arrogantes, que pensaban que estaban preparados y que decían, todos los días, que estaban tomando las medidas adecuadas a cada momento, sin dimensionar que hoy, esos mismos países  se encuentran con equipos de salud que están tratando de salvar vidas, sin suficientes camas críticas ni ventiladores mecánicos, a pesar de que antes de la crisis, se jactaban de tener las mayores capacidades en el mundo en estas mismas áreas.

Los casos aumentaron en forma proporcional al aumento de los exámenes, que en nuestro país han venido creciendo a un ritmo claramente insuficiente y con el agravante que para aquellos que no se encuentran en la salud pública, es pagado, lo que se transforma en un incentivo para evitar hacerse el test.

En los países que demoraron las medidas de aislamiento social y las inversiones necesarias para hacer lo correcto, hoy están pagando un alto precio por con tasas de letalidad que promedian el 10% de los contagiados.  Lamentablemente, parecemos estar transitando el mismo camino, a pesar de que el gobierno de Chile tuvo la información a tiempo debido al tiempo que la Pandemia tardó en llegar a nuestro país.

En Chile ya superamos los mil quinientos contagiados confirmados pero sabemos que dicho numero corresponde solo a una parte de los casos reales, ya que numeroso sospechosos leves, no han sido sometidos al test por no cumplir con las exigencias iniciales para ello, lo que estamos haciendo muchos menos test de los necesarios para aplanar la curva, mientras miles de personas siguen usando el transporte público a diario con el riesgo de volver a casa contagiados por enfermos asintomáticos que siguen circulando sin prevención alguna, poniendo en riesgo, sobretodo, a los enfermos crónicos que están aislados en casa, porque representan al segmento más vulnerable.

Si asumimos además que no existen tratamientos probados y al parecer nuestras autoridades están esperando que la ciencia provea antes de tomar decisiones, ofreciendo a los enfermos de alto riesgo, solo cuidados compasivos, el pronóstico no parece alentador.

Cada hora que pasa, sin que el gobierno tome medidas drásticas de aislamiento y sin decidirse a invertir los recursos que sean necesarios para proteger a nuestro pueblo, a los trabajadores y trabajadoras de la salud e incorporando a los equipos de salud primaria para salir a buscar a los contagiados, nos costarán un aumento inabordable de los contagios y como consecuencia de aquello, un colapso que nos estallara en la cara en pleno invierno.

Aún estamos a tiempo.

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