Día Mundial del Sida y el derrumbe del compromiso internacional con el VIH

En junio de 1981, hace 44 años, se describieron por primera vez los casos que luego se reconocerían como infección por VIH. Siete años más tarde, la OMS designó el 1 de diciembre como Día Mundial del Sida, para romper el silencio, educar, combatir el estigma y movilizar a gobiernos y comunidades. Desde 1996, ONUSIDA coordina esta campaña global... hasta hoy, cuando el país más influyente del mundo decide, por primera vez, cancelar su conmemoración oficial.

En 2024 según ONUSIDA, 40,8 millones de personas vivían con VIH; hubo 1,3 millones de nuevas infecciones y 630.000 muertes. Aunque desde 2010 las nuevas infecciones han caído 40% y las muertes 50% a nivel global, América Latina va en la dirección opuesta, aumentando sus nuevos casos en 13% desde 2010 y sólo logra disminuir las muertes 31%, muy por debajo de la tendencia mundial. Cada día unos 30 adolescentes y jóvenes adquieren el VIH, reflejo de brechas en educación sexual, prevención combinada y acceso a servicios amigables.

Chile no es la excepción. En 2024 se confirmaron 4.327 nuevos casos, con un total estimado de 91.000 personas viviendo con VIH y una prevalencia de 0,7% (1,1% en hombres). Más de la mitad de los diagnósticos ocurre entre los 20 y 34 años. La transmisión vertical se ha mantenido bajo el 2%, un logro importante, pero insuficiente para compensar la alta incidencia sostenida.

Pero hoy, el manejo del VIH a nivel mundial -incluyendo la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y la atención de sus complicaciones- está gravemente amenazado. El financiamiento internacional para VIH se está derrumbando. ONUSIDA ha advertido que los recortes globales ya han interrumpido programas de manejo, dejando a millones de personas sin servicios esenciales y alejando al mundo de la meta 2030: alcanzar cero muertes por VIH.

Estados Unidos, históricamente responsable de alrededor del 75% del financiamiento internacional para VIH a través de PEPFAR y otras agencias, ha reducido de manera drástica su ayuda. La decisión de congelar toda la asistencia exterior a comienzos de 2025, que incluyó a PEPFAR, provocó un impacto inmediato: clínicas con menos personal, interrupciones de servicios y caída en el acceso a condones y PrEP (medicamentos que previenen la adquisición del VIH) en varios países.

Modelos de impacto presentados este año estiman que reducciones sostenidas en el financiamiento podrían traducirse en millones de nuevas infecciones y muertes adicionales de aquí a 2030. El Fondo Global para combatir el SIDA, La tuberculosis y la malaria también enfrenta un déficit severo: solo ha asegurado poco más del 60% del presupuesto requerido para 2026-2028, mientras donantes tradicionales reducen o postergan sus compromisos.

En América Latina y el Caribe, más de 20 países dependen de estos recursos para sostener programas de prevención, testeo, adherencia y apoyo comunitario. Lo que el norte llama "ajustes presupuestarios" en nuestra región significa tratamientos interrumpidos, menos test rápidos, menos PrEP, menos consejerías. Consecuencia: más infecciones, diagnósticos tardíos y muertes evitables

La crisis también golpea a la investigación científica: menos fondos para estudios básicos, ensayos clínicos y cohortes. América Latina, ya subrepresentada en la evidencia global, corre el riesgo de quedar aún más relegada, justo cuando se necesitan respuestas para poblaciones jóvenes, migrantes y mujeres

En este contexto, un gesto simbólico adquiere un peso particular: por primera vez desde 1988, el gobierno de Estados Unidos no conmemorará oficialmente el Día Mundial del Sida. Es una fuerte señal política: se desdibuja la prioridad del VIH en la política exterior, se invisibiliza el tema en la comunicación pública y se envía un mensaje peligroso en tiempos en que la desinformación y el estigma siguen vigentes.

En esta conmemoración, en América Latina y Chile no podemos limitarnos a lamentar los recortes del norte. Tenemos, al menos, tres tareas urgentes:

  1. Financiamiento doméstico sostenido. La prevención y el tratamiento no pueden depender de la buena voluntad de donantes externos ni de las ideas de los gobiernos de turno
  2. Proteger y ampliar los derechos de las personas que viven con VIH y de las poblaciones más expuestas: garantizar acceso universal y gratuito a diagnóstico, tratamiento y prevención combinada; eliminar leyes y prácticas discriminatorias; asegurar que migrantes y refugiados tengan continuidad de atención, independiente de su situación administrativa
  3. Cuidar la ciencia y los datos. Financiar investigación local, redes regionales y equipos capaces de generar datos. Sin investigación no habrá nuevas respuestas frente a los desafíos epidemiológicos, sociales y políticos que el VIH plantea hoy

El Día Mundial del Sida no es una fecha "nostálgica". Es un recordatorio de que, aunque el VIH es hoy tratable, la desigualdad sigue determinando quién adquiere el virus, quién accede al diagnóstico, quién recibe tratamiento oportuno y quién puede vivir con el virus con dignidad y quién recibe atención adecuada. Mientras algunos gobiernos miran hacia otro lado, corresponde a las comunidades, los equipos de salud, la academia y los Estados mantener los ojos abiertos. Lo que está en juego no es una meta al 2030: son vidas concretas, aquí y ahora.

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