El aborto y la violencia

Sergio Canals
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La violación se ejerce sobre la otra persona bajo la coacción de un poder extremo y una violencia deshumanizadora. A la realización de un aborto se le intenta privar de estas características que sí las tiene.

Al embrión humano - desde su primera célula - se le niega la condición de ser otro ser vivo radicalmente diferente en forma absoluta de la madre. Al no tener en sus inicios un “rostro” que ver, se anula la negatividad de la diferencia radical (otredad) entre la madre y ese nuevo ser completamente pasivo y amorosamente dependiente en su libertad absoluta. De alguna manera este nuevo hijo que es, no alcanza a ser, de forma relativa.

De esta manera se ejercería una violencia asociada al “terror de lo igual”.

Pero la manera anterior, también es parte de una violencia externa, ya sea física contra el embrión, o psicológicamente contra la mujer y futura  madre que lo realiza, bajo la necesidad. esta vez, de destruir lo horrorosamente extraño.

Estas dos maneras de violencia, permanecerían en quienes la ejercen como “un trauma enquistado”, difícil, por no decir casi imposible, de interiorizar y elaborar, bajo la forma de un profundo desagarro interior, a veces del alma misma.

La única respuesta a estas violencias del ego, en sus formas de reconciliación y perdón, es “el amor que permite ser en el sentido más profundo…Es la libertad más íntima, del uno hacia el otro”. (San Agustín).

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