Uno de los más frecuentes errores que cometemos a lo largo de nuestra vida, especialmente en la adolescencia y adultez temprana, es no escuchar los consejos relativos a nuestro futuro. Consejos relativos al ahorro, la vida sana y la planificación suelen hacernos poco eco ya que solemos estar centrados en el presente, en la satisfacción inmediata.
No es raro escuchar la frase "ese es un problema para el yo del mañana", pensando que nunca nos alcanzará ese futuro amenazante.
Del mismo modo se ha tratado el envejecimiento poblacional y el manejo de las demencias, tanto a nivel personal como social. Hasta hace poco esto se consideraba un problema del futuro, para el cual teníamos tiempo de prevenir y tratar cuando llegara el momento.
Lamentablemente, ésta es una visión equivocada. La población chilena no está envejeciendo, sino que ya envejeció y, con ello, las demencias no pueden llegar a ser un problema del mañana porque son un problema con el que hace muchos años conviven miles de compatriotas y que sólo aumentará con el pasar de los años.
Se ha descrito que el principal factor de riesgo para las demencias es la edad y se ha proyectado que para 2025, en sólo 6 años más, los mayores de 60 años igualarán y luego superarán la cantidad de menores de 15 años en Chile.
Sabemos que actualmente la cantidad de personas con demencia en nuestro país es de al menos 200 mil, lo que considerando que el cuadro demencial no afecta sólo al paciente sino que a todo su grupo familiar, estará afectando a hasta 800 mil chilenos.
Si consideramos el envejecimiento y otros factores de riesgo, se ha calculado que para el 2050 la prevalencia de la enfermedad se triplicará. Es decir que no para la siguiente generación, si no que para mi vejez y la de todos los que hoy somos adultos jóvenes, mi riesgo de tener demencia será tres veces el que tendría el día de hoy.
Los gastos asociados a las demencias no incluyen únicamente los gastos médicos, propios de los controles y medicamentos, sino que consideran también los llamados gastos informales, que incluyen el cuidado, usualmente no entrenado. En la mayoría de los casos el cuidado es realizado por familiares, usualmente mujeres, que ven dificultadas su desempeño personal y familiar por la realización del cuidado.
En suma, el costo de una persona con demencia es de más de 6 millones de pesos al año y genera cuadros de salud mental en al menos la mitad de los cuidadores.
Así, debemos rendirnos ante la evidencia de que el problema de las demencias, y su impacto en la sociedad, debe ser manejado con urgencia, no puede esperar. Sin embargo, no está todo perdido. El asunto de las demencias debe enfrentarse por dos aristas principales: prevención y manejo.
En lo que respecta a la prevención, la prestigiosa revista Lancet ha señalado que al menos 30% de las demencias a nivel mundial pudieran ser prevenidas mediante el manejo de factores de riesgo. Sin embargo, si consideramos países con ingresos bajos a medios como el nuestro, este número aumenta hasta 56%.
Hay que considerar entonces que más de la mitad de las demencias serían evitables en nuestro país con las adecuadas medidas de prevención, entre las que destacan la actividad física y social, fomentar la actividad cognitiva, mantener controlados los clásicos factores de riesgo cardiovasculares como la obesidad y el tabaquismo y tratar la hipoacusia.
La otra arista es enfocarse en el manejo, que incluye desde el diagnóstico certero y precoz, pasando por el tratamiento de las complicaciones y de síntomas asociados, la evaluación y consejo a los cuidadores y familiares hasta el acompañamiento de fin de vida.
Lamentablemente, las demencias siguen siendo enfermedades sin un tratamiento curativo, pero eso no ha detenido a profesionales médicos y no médicos en buscar y crear intervenciones que puedan mejorar la calidad de vida, ayudando al manejo sintomático y ha sobrellevar de la mejor forma posible el curso de la enfermedad.
Un enfrentamiento de tal magnitud no puede ser labor únicamente del estamento médico, ni siquiera de salud. Requiere de un esfuerzo coordinado y unificado de los distintos actores de nuestra comunidad, tanto a nivel político, clínico, académico y social. Es un problema que nos toca a todos y cuyas medidas de intervención deben ser pensadas, aplicadas y acordadas entre todos.
Con ese espíritu se ha creado el Plan Nacional de Demencias, un esfuerzo mancomunado entre múltiples actores y donde no sólo se han incluido referentes técnicos, sino que también grupos de familiares y pacientes que han podido aportar con su vivencia y experiencia al conocimiento clínico y técnico de los diferentes profesionales.
Actualmente este plan se desarrolla a nivel de piloto de manera exitosa en múltiples comunas de nuestra nación, a la espera de que mantenga el apoyo político que permita su expansión para dar apoyo a todos y cada uno de los que día a día viven con las demencias. Esperamos entonces que esta política de probada costo-efectividad sea pronto una realidad país ya que como vimos, Chile no puede esperar.
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