Ley de etiquetado de alimentos, ¿el fin de la obesidad?

Las cifras son dramáticas y no admiten segundas lecturas: 60 % de la población tiene obesidad o sobrepeso y el futuro no se ve mejor. Sólo el 6% de los chilenos tiene una alimentación saludable. Somos además,  el 7° país de la OCDE con más niños obesos y el segundo donde menos personas comen fruta diariamente. De hecho, en esta última categoría, nos encontramos peor que México y EEUU, países con peores índices de obesidad que nosotros.

Esto, lejos de ser un problema estético, es una urgencia del punto de vista de salud pública que mata miles de chilenos por año, sin que se genere ninguna alarma o preocupación pública.

Es por esto, que el gobierno de Sebastián Piñera, promovió la ley de etiquetado de alimentos, conocida como “Ley súper 8”.

Esta ley, implica que a partir del 27 de junio de 2016, los alimentos envasados deben contener el rótulo que advierte a los usuarios sobre los altos niveles de azúcares, calorías, sodio y grasas saturadas. La ley limita además la venta de productos rotulados como altos en algunas de estas categorías, en todos los colegios y prohíbe además, aprovechar la credulidad de los niños, para vincular la compra de alimentos con regalos de juguetes.    

¿Sirve de al algo esta ley?

A consecuencia de esta legislación, ya se han generado algunos cambios,  al decidir algunas empresas, modificar  los contenidos de  sus productos, para que no sean altos en todas las categorías consideradas (grasas, azucares, calorías y sodio).

Ciertamente es positivo también la discusión generada,  que el gobierno promueva una campaña educativa vinculada a esta ley o que el asunto sea motivo de conversación. Todo esto,  es parte de lo que los chilenos necesitan, informarse mejor acerca de que alimentos les hacen bien y cuales mal.

Constituye además, un gran paso en mejorar el acceso a la información: el actual etiquetado de los alimentos requiere no sólo tener una excelente vista, para entender la minúscula letra con la que está escrito, si no que además, requiere conocimientos acerca de nutrición.

Hoy en día, se nos dice cuántas calorías y azúcares por cada 100 gramos tiene un alimento, pero nada se nos dice de si eso es mucho o poco de una manera que nos permita tomar una decisión en forma rápida. Nadie que va a comprar algo para comer y tiene poco tiempo, (como la mayoría de los chilenos) puede comparar rápidamente entre las opciones disponibles con el etiquetado actual.  

El nuevo etiquetado, permite a una persona con problemas de colesterol o hipertenso, descartar los alimentos etiquetados como altos en sodio o en grasas y tomar, para bien o para mal, decisiones informadas.

Existe, sin embargo, la posibilidad de que la ley de etiquetado de alimentos, no sirva para nada y es que sólo ataca en forma parcial, una parte de un problema muy grave: la ingesta de alimentos de escaso valor nutricional, que dañan nuestra salud, pero no se hace cargo de un elemento indispensable para mantener un peso saludable: la actividad física y  el deporte.

No existe evidencia contundente de que mejorar el etiquetado, genere una baja en los índices de obesidad a nivel poblacional, los cuales están determinados por múltiples factores culturales, ambientales, genéticos y sociales.

Dado lo anterior, es improbable  que esta ley, pueda tener un efecto similar, al que por ejemplo, tienen  las leyes que modifican el etiquetado de las cajetillas y el acceso de los menores a tabaco,  las cuales en todo el mundo han mostrado ser determinantes para contener la epidemia del tabaquismo.

Y es que no existen balas mágicas para combatir la obesidad. Hoy en día, en Chile, el 90 % de la población es sedentaria, considerando ser sedentario hacer menos de 30 minutos de actividad física de intensidad moderada, tres veces por semana. Una política pública, que no se haga cargo de esto, difícilmente será efectiva contra la obesidad.

La actividad física es en forma demostrada un elemento central en la prevención de la obesidad. Realizar al menos 150 minutos a la semana de deporte, son fundamentales para mantener un peso saludable.

El deporte, además, disminuye el riesgo cardiovascular, el porcentaje de grasa corporal, mejora el bienestar general y es un complemento fundamental para mantener un peso saludable.

Sin embargo, hoy en día, no son muchas las oportunidades que tienen los chilenos de hacer deporte. No existe un sistema nacional, integrado, de ciclovías que permita reemplazar la cultura sedentaria del automóvil por una cultura de bicicletas, que ha demostrado no sólo ser un medio más limpio y amigable con el medio ambiente, si no también más saludable para las personas.

Además, el acceso a áreas verdes y lugares para hacer deporte es limitado y desigual. En Santiago el promedio es de 3.2 mts2 por habitante, uno de los más bajos entre las grandes ciudades de Latinoamérica, existiendo grandes diferencias entre comunas. Por ejemplo, en Vitacura son 56 mts 2 por habitante y en comunas como El Bosque  1.8 mts2 por habitante. ¿Cómo vencer el sedentarismo si los lugares para recrearse son centros comerciales en vez de plazas y parques?

Existe también, un déficit de infraestructura deportiva. Hay barrios completos donde no hay una cancha de fútbol o donde la plaza es sólo un pedazo de polvo secuestrado por el narcotráfico.

Finalmente, entendida la ley, como un primer paso, como un punto de partida, en el combate de esta epidemia de obesidad,  bienvenida sea. A este paso, deben seguir muchos otros, especialmente, aquellos orientados a promover el deporte y la actividad física; de lo contrario, este texto legal es y será letra muerta, pirotecnia jurídica que no tendrá ningún efecto real en la salud de la población.

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