Quintero, a finales de octubre

Sergio Sánchez Bustos
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Las industrias comenzaron a llegar en 1958. La contaminación, ha estado presente por décadas. Pero en agosto de este año hubo un inusual aumento de casos de intoxicación, certificado por profesionales del propio hospital Adriana Cousiño.

El sábado recién pasado fuimos a un operativo médico organizado por el cordón de trabajadores de Quintero - Puchuncaví con un experto en economía medioambiental, una asistente social y un colega, también salubrista.

Atendimos a 60 pacientes que habían sido expuestos a elementos ambientales que sugieren intoxicación, en un cuadro clínico concordante entre ellos, que nos hacen pensar en un contaminante que hasta el día de hoy desconocemos.

Les solicitamos exámenes para determinar niveles de metales pesados en la sangre y les planteamos que debían realizarse además muestras de contaminantes en agua, tierra y aire de la afectad localidad. Una chica de 15 años tenía 13 microgramos de arsénico, medidos en el hospital Van Buren.

Hasta la fecha, solo un par de esos pacientes se habían realizado algún examen sanguíneo en busca de estos elementos, sobre todo arsénico, y en la intersubjetividad aparecen gases tóxicos, como habría señalado el informe del Colegio Médico: trinitrobenceno y metilcloroformo, este último, prohibido de usar en Chile debido a su alta toxicidad.

Aún no se ha detectado el contaminante ambiental, aún no se conoce la fuente de origen y aún no se hacen exámenes bioquímicos a las personas para determinar que elemento (s) contaminante (s) podría (n) estar afectándoles.

Todos los metales pesados y gases tóxicos pueden producir cáncer, alteraciones en la inmunidad, problemas a la sangre y efectos teratogénicos en los embriones, además de mucha otra sintomatología que afectan gravemente la salud de estas personas.

La Política debiera resolver una pregunta clave, cualquiera hubiese sido el gobierno a cargo ¿cómo mantener la salud de las personas y al mismo tiempo mantener su fuente laboral  en Quintero-Puchuncaví-Ventanas?

A la brevedad, el gobierno debería tomar cartas en el asunto, identificando claramente:

Elementos contaminantes en las personas con exámenes de sangre y orina que busquen toxinas gaseosas y metales pesados.

Relacionar esos hallazgos con las emisiones de alguna de las 14 empresas contaminantes del “área”.

El departamento de medioambiente de la SEREMI de salud, debería tomar muestras de contaminantes en tierra, agua y aire.

Aplicar la normativa sanitaria y clausurar el funcionamiento de la fuente contaminante o fuentes contaminantes.

Preparar un plan a mediano plazo para aplicar la normativa ambiental vigente en Chile y disminuir las emisiones a estándares de país OCDE.

Hacer un estudio retrospectivo sobre la morbilidad y mortalidad en la zona, con énfasis en aborto, cánceres y enfermedades crónicas respiratorias.

Posiblemente sea un conflicto muy difícil de resolver, pues por ahí nuestro país se abastece de gas y petróleo, además de ser una fuente económica para las propias víctimas de la contaminación.

Si el costo de mantener una “zona de sacrificio” será la salud de las personas, entonces debemos repensar el territorio, o se trasladan las industrias, o se trasladan las personas.

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