Responder a los desafíos del envejecimiento demográfico es el reto que tenemos como sociedad, especialmente en un país como el nuestro, que forma parte de los tres países con mayor porcentaje de personas mayores y con una de las más altas expectativas de vida de América Latina y el Caribe, con un promedio superior a los 80 años de edad.
Tal como ha sido reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su Informe Global sobre el Envejecimiento y la Salud (2015), en ocasiones, este envejecimiento demográfico puede estar acompañado de un incremento de las condiciones crónicas de salud y con ello, de un aumento de la fragilidad y dependencia. En la gran mayoría de los países, como es bien sabido, los servicios sociales y de salud no están preparados para dar respuesta a las demandas que esto conlleva, sobre todo si estas condiciones de salud están asociadas a otros factores como vulnerabilidad socioeconómica o aislamiento geográfico. Por ello, dentro de las estrategias que se deben llevar a cabo para que un buen envejecer no se convierta solo en una frase bonita, está el involucrar a las comunidades en el apoyo y cuidado de las personas mayores que lo requieran; es importante comprender que la responsabilidad no recae solo en el Estado, estamos todas y todos convocados a cumplir con esta trascendental tarea.
¿Cómo hacerlo? Debemos partir introduciendo un cambio de mirada, en el que nos reconocemos seres sociables, que necesitamos de otros para poder desarrollarnos y vivir. Al mismo tiempo, empoderar a las comunidades y a las organizaciones que las conforman con herramientas innovadoras de gestión y manejo de redes, para que puedan identificar los diferentes recursos en los territorios, vincularse con otras organizaciones e instituciones y convocar al trabajo voluntario y solidario de los diversos integrantes de la comunidad. Está comprobado que acciones de este tipo pueden impactar de manera positiva sobre aquellas personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad social, entre ellas las personas mayores que viven solas y con escasas redes de apoyo.
Un buen ejemplo de lo que se necesita hacer es el Proyecto NODO, impulsado por el Sistema de Naciones Unidas en Chile, que apuesta por la articulación y consolidación de comunidades que contribuyan al apoyo y cuidados de personas mayores. Lo interesante de esta iniciativa, que se trabaja en coordinación con el Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), es la incorporación de la tecnología como una oportunidad para potenciar las redes de apoyo. En muchas ocasiones las voluntades están, solo falta una mejor articulación entre quienes proporcionan ayuda a personas mayores que se encuentran aisladas o en situación de vulnerabilidad.
Naciones Unidas se propuso crear en Chile, con el apoyo del Fondo para los Objetivos de Desarrollo Sostenible, una serie de herramientas tecnológicas para activar y fortalecer los vínculos sociales de las personas mayores, agrupadas en el ecosistema NODO. Una de estas plataformas es la aplicación móvil Nodo60+, diseñada por el Centro Gerópolis de la Universidad de Valparaíso en el rol de organismo consultor del proyecto.
Nodo60+ pone en relación a distintos miembros de la comunidad que prestan ayuda a una misma persona mayor. Visitas al hogar, llamadas telefónicas, retiro de medicamentos, provisión de alimentos o insumos básicos son algunas de las actividades que pueden llevar a cabo los integrantes de una red, quienes van registrando estas acciones en la app. Además, pueden señalar el estado de ánimo de la persona mayor, con el objetivo de mantener un seguimiento activo y responder prontamente a la evolución de su condición en el tiempo.
El camino hacia un buen envejecer exige la construcción de comunidades que cuiden, cuidar para atender todas las dimensiones de la persona y en todas las posibles circunstancias: cuidar para curar, cuidar para aliviar, cuidar para acompañar, cuidar para que las personas pueden ser y hacer lo que es importante para ellas. Un cuidado con enfoque de género y de derechos, donde todos y todas contribuyamos a un envejecimiento saludable de nuestras comunidades.
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