Días de conmemoración

Hace un par de días se han conmemorado los 80 años de la liberación del campo de concentración más famoso de la Segunda Guerra Mundial: Auschwitz, ubicado en Polonia. Un 27 de enero de 1945 entraron en él las tropas del Ejército Rojo. De ahí que esta fecha haya sido establecida como el Día Internacional de Conmemoración en Memoria (Gedenkentag) de las Víctimas del Holocausto. Explayarme al respecto está demás, pues me parece que se conocen bastante bien los horrores de estos campos de concentración.

Baste una observación a modo de complemento: Las víctimas no fueron sólo judíos, sino también polacos, gitanos, discapacitados y también alemanes opositores al régimen nazi. No hay que olvidar que el primer campo de concentración fue el de Dachau, construido en 1933 para albergar a estos últimos.

Tres días después, aunque tres años después y en otro lugar, un aciago 30 de enero de 1948, fue asesinado en India Mohandas Karamchand Gandhi, más conocido como Mahatma (apodo que significa "alma grande") Gandhi, por lo que se cumplen 77 años de su muerte a manos de Nathuram Vinayk Godse, un nacionalista indio perteneciente a un partido de ultraderecha, que lo acusaba de favorecer demasiado a los musulmanes y de ser blando con el recién creado estado de Pakistán.

En su discurso en el encuentro de oración diario del 16 de junio de 1947, Gandhi dijo: "¿Tengo en mí la no-violencia de los valientes? Sólo mi muerte podrá decirlo. Si soy asesinado y muero rezando por mi asesino y pronunciando el nombre de Dios no sólo con mis labios, sino teniéndolo presente en mi interior, sólo entonces podrá decirse que tengo la no-violencia de los valientes".

Pocos meses después cayó fulminado por tres balas pronunciando, con su último aliento, el nombre de Dios: "Rama". Éste fue uno de los líderes más importantes de la independencia de la India del dominio del Imperio Británico, utilizando para ello la enseñanza de la no-violencia activa.

¿Qué nos pueden decir estos acontecimientos hoy? Empiezo por el hoy. A nivel mundial nos encontramos peor que hace 20 o 30 años. Hace 35 años cayó el Muro de Berlín, pero desde entonces cuántos muros han surgido; incluso forman parte de programas de candidatos a la presidencia que han ganado las elecciones. Las corrientes nacionalistas y fundamentalistas, al estilo del nazismo y también del asesino de Gandhi, han recrudecido. Los imperialismos adoptan nuevas formas, más soterradas, pero no por ello menos dañinas; con la excepción de algunos que siguen funcionando como antaño.

En cuanto a los acontecimientos que conmemoramos nos muestran dos líneas opuestas: La de los campos de concentración, epítome de una visión miope e inflexible, que condena, excluye y busca exterminar todo lo que no coincide con ella; y una que busca la unidad, que tantos lamentablemente confunden con uniformidad, cuando la unidad implica necesariamente diversidad. La búsqueda de la unidad pasa por la conversación, el diálogo, que suponen la consideración de la dignidad de todo ser humano; la capacidad dolorosa quizá, de ver lo bueno en el otro y de reconocer las equivocaciones y límites propios, lo que se puede resumir en dos términos fundamentales: honestidad y humildad.

Debemos preguntarnos cuáles son los campos de concentración hoy, como también dónde se encuentran los arduos caminos que llevan a la unidad. Un ejemplo de esto último ha sido el reciente discurso de la obispa episcopal Mariann Edgar Budde, en el que no increpó al presidente Trump, sino que, en un marco de respeto, le rogó tuviese piedad por los más desvalidos.

Su discurso, lejos de ser odioso, refleja los principios fundamentales de la no-violencia activa, donde, para mencionar uno, no hay ni vencedores ni vencidos, sólo liberados: los oprimidos son liberados de sus opresores, y los opresores son liberados de ser opresores. En los términos de esta columna, unos son liberados de los campos de concentración y otros son liberados de construirlos. Todos podemos recorrer los caminos de las "almas grandes" ("mahatmas"), porque es lo que somos en cuanto seres humanos. Cuando nos deshumanizamos nos empequeñecemos.

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