“El amor es amor”, es una frase que se ha viralizado entre la comunidad de la diversidad sexual y de género, en torno a las relaciones de las parejas del mismo sexo, transformándose en un caballito de batalla para resignificar las luchas por la igualdad y derechos de todas las personas.
Esta frase es un intento de normalizar las relaciones diversas y acercarlas al sentido común de lo que significa amar a alguien del mismo sexo: que esto no debería ser motivo de sanción social, ni persecución, ni mucho menos, discriminación desde la institucionalidad, como sucede con el matrimonio igualitario y el reconocimiento de las familias diversas a través de los derechos de filiación para hijos e hijas de parejas del mismo sexo.
Sin embargo, el amor, entendiéndolo en un sentido amplio, no siempre termina en eso.
La invisibilización a la reproducción de roles y prácticas patriarcales, es una constante entre en las parejas del mismo sexo que está oculta, idealizando situaciones que dañan a la comunidad LGTBI , confundiendo muchas veces “el amor es amor” con prácticas del “amor romántico” que nada tienen que ver con el respeto a otro y otra. No nos culpemos.
Tenemos un bombardeo de publicidad y estereotipos con los que crecemos que nos dice a diario que esa debe ser la constante, normalizando incluso los celos.
Una encuesta de la Agrupación Lésbica Rompiendo el Silencio a más de 400 mujeres lesbianas y bisexuales en Chile reveló que el cerca del 40% de ellas reconoce haber revisado el teléfono de su pareja como una práctica frecuente, situación que no debemos pasar por alto, ya que es el primer indicio de ejercicio de violencia y control a partir de creer que el otro es pertenencia y que puede desembocar en situaciones mucho peores.
Tampoco culpemos a las organizaciones. Muchas veces el estigma o el prejuicio que ha colgado la sociedad hacia la diversidad, lleva a adoptar estrategias que intenten acercar nuestras relaciones afectivas a lo cotidiano, a lo normal y común de cualquier persona en todo el mundo sin importar su orientación sexual o identidad de género.
Con esto no se intenta tampoco criminalizar las relaciones, pero también hay que visibilizar aquellas prácticas que han terminado por “decepcionar” incluso a aquellos quienes adentrados en la comunidad, idealizan de alguna forma con los colores del arcoiris nuestras vivencias.
Deconstruir el amor romántico, no es solo tarea de la comunidad LGBTI, sino también de toda la sociedad para repensar una nueva forma de llevar adelante aquello que el Día del Amor pregona, un amor que respete mi individualidad como la tuya.
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