El autor de la matanza, un sociópata fanático

Sergio Canals
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“Soy responsable, pero no culpable”.

Si no hay culpa, no hay arrepentimiento, y si no hay arrepentimiento, no hay cambio.

La culpa se origina finalmente en la convicción personal de haber realizado algo malo, es decir, haber transgredido normas, valores o costumbres generando daños, o sufrimiento, a personas o a la comunidad.

Para que esto suceda, debe sentirse que la conciencia moral le hace ver a uno, que finalmente su conducta no fue dirigida al bien personal o al común.

Pero el autor de la matanza noruega, parece no tener conciencia del dolor y el mal generado, sino que al contrario, parece tener la convicción apodíctica de que sus acciones estuvieron dirigidas hacia un bien superior (por lo que fueron buenas).

Y eso, porque simplemente se siente impulsado por una misión, ¿divina?, iluminada y conducido por ideas (casi paranoicas) y derechos sobrevalorados de ultra-derecha, considerados absolutos que lo obligan a realizarlos sin tregua.

Es un psicópata fanático que “acepta como único mundo valioso, el propiciado por él mismo”, combatiendo la vida entera por esta única causa, en este caso limpiar Europa de los inmigrantes extranjeros, especialmente islámicos, en una lucha “libertaria” de impronta neo-nazi.

“Fue necesario…este acto heroico”, declara “insano” moralmente.

Huele a la peor interpretación de Nietzsche, el filósofo que plantea… “ser íntegro en las cosas del espíritu, íntegro hasta la dureza…es preciso entonces la predilección de los fuertes por las cuestiones que en el presente nadie tiene el valor de dilucidar…hemos de ser superiores a la humanidad en espíritu, en energía y en desdén”.

Es la voluntad de poder extrema, donde el hombre se eleva en el sentimiento y voluntad de potencia, mientras que “todo lo malo tiene sus raíces en la debilidad”.

He aquí el nuevo super- hombre de la violencia infinita, con sus valores transmutados y herramientas de destrucción del siglo XXI.

Allí, no hay compasión o bondad, porque son “deshumanizadoras”.

El hombre de la violencia fría y depredadora, que se demora dos años en perpetrar su acto terrorista con indiferencia y arrogancia narcisistas.

Mientras en los animales esta violencia es inter -especies y está dirigida a la alimentación, el hombre la realiza para destruir (a veces disfrutándola),para destruirse a sí mismo, utilizando perturbadamente y de forma paradójica,lo que nos diferencia de nuestros primos cercanos, la capacidad de pensar y planificar reflexivamente.

Es la razón violentada, alienada.

¿La falla? La incapacidad de sufrir con el sufrimiento del otro. La incapacidad de escuchar en el rostro suplicante y horrorizado de un joven, la voz primera y fundante que nos interpela con un “amarás y no matarás”, eres primeramente responsable de mi persona y de todos los otros, a partir de su valor absoluto en su diferencia y semejanza universal.

El padre de esta persona, del asesino múltiple, declaró que debiera haberse suicidado antes de haber matado, pero para esto, su opción hoy es, la del asesino que mató a su pareja,y después se suicidó dejando una carta que decía : “Lo hice, no por haber matado a mi mujer, sino por el horror de no haber sentido culpa”.

Es decir, el horror de percibirse (casi) NO HUMANO, lo que por ahora Anders Behring Breivik , tiene brutalmente vedado.

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