Todos los 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Una fecha que tiene 116 años de antigüedad que en Chile se conmemoró por primera vez en 1936. Recuerdo que hace menos tiempo, de manera clandestina y pública, de enfrentamiento al régimen de Pinochet, mujeres opositoras lo conmemoraban. Ahora es una fecha destacada en el calendario oficial de autoridades e instituciones (respecto a las actividades de organizaciones de mujeres durante la dictadura recomiendo el notable documental “Somos +”, de Pedro Chaskel y Pablo Salas).
Es por estos días que suele reanimarse un debate respecto al feminismo pues muchas personas dicen rechazarlo porque prefieren la “igualdad”. Bueno, para información de quien crea eso, el feminismo busca precisamente la igualdad de géneros y no el dominio de uno sobre otro (muchas veces a través de la fuerza) como ha venido ocurriendo los últimos milenios.
Esta confusión de términos, muchas veces surgida de manera mal intencionada, divide y oculta verdades.
En su novela “1984”, George Orwell nos describía una sociedad totalitaria donde la verdad era manipulada por un poder central, el “Gran Hermano”. Lo que un día era tenido por cierto al otro día era declarado falso, y el pueblo aceptaba (o debía aceptar) estos cambios sin cuestionarlos y olvidando rápidamente el pasado. Y el sistema funcionaba a la perfección.
Orwell estuvo bastante cerca de acertar en su predicción, con la diferencia que el Gran Hermano no es una mirada de un líder omnipotente sino millones de mentes difundiendo mentiras ya sea por ignorancia o por deseos de fama o motivaciones políticas, y otros millones de incautos, ignorantes o seguidores fanáticos creyendo y difundiendo esas mentiras. El cáncer se cura con bicarbonato, los mapuche incendiaron los bosques, las vacunas provocan autismo y el fascismo es de izquierda. Y las feministas son feminazas, palabra inventada por el político norteamericano Rush Limbaugh para denostar al movimiento.
No me declaro experto en feminismo ni en temas de género, pero queda claro que el feminismo no busca instaurar una dictadura de la mujer y realizar castraciones masivas como escarmiento en todas las plazas del país, sino objetivos más justos como igualdad salarial (los hombres siguen ganando más según un estudio de gobierno publicado el martes 7 de marzo), derechos reproductivos (que un grupo de viejos dejen de decidir sobre qué puede hacer una mujer con su cuerpo o no) y cambios culturales de mayor alcance como terminar con todos los tipos de violencia contra la mujer y acabar con la imposición de los roles tradicionales de cada sexo, entre muchos otros aspectos y matices.
“La guerra es paz, la libertad es esclavitud, la ignorancia es fuerza” era uno de los lemas del Partido dominante en la novela de Orwell, donde las verdades se retorcían y contradecían.
Frente a este slogan que pretende imponerse, se le debe enfrentar con verdades. El feminismo es igualdad. Porque si seguimos con la estupidez del término creado por Rush Limbaugh vamos a terminar creyendo que Hitler era feminista.
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