En un mundo dominado por el exceso y la vorágine del consumismo, donde todos caemos en una trampa ya conocida, surge una filosofía que abraza la simplicidad como su máxima expresión: el concepto del minimalismo, o como yo lo he bautizado también, de "la riqueza de lo simple". Aunque nace de la arquitectura, este enfoque ha evolucionado hasta convertirse en un estilo de vida que podemos trabajar dando pequeños pasos, pero, sobre todo, imponernos sobre una lucha desigual frente al concepto "del tener", esa falsa idea que nos venden y adoptamos de que detrás de cada cosa comprada hay bienestar, hay regocijo y paz. Pero es un error que nace lamentablemente de la comparación social, de la presión por demostrar que lo que tengo potencia mi cuantía como ser humano y eso transforma la relación con los bienes materiales como un mal necesario.
Desnudar esa vida que llevamos es poner en balanza el peso que le estamos asignando día a día a todo lo que acumulamos. Es por eso que el corazón de "la riqueza de lo simple" que denominaré LRS es la premisa de que "menos es más". ¿Pero cómo nos despojamos de las posesiones innecesarias? ¡Simple! tomando conciencia y asignándole el valor que tienen para nosotros las posesiones, pues sin duda que ese despertar de conciencia, no solo libera espacio físico, sino que también allana el camino hacia una existencia más consciente y equilibrada. En este aspecto LRS va más allá de la mera estética y se erige como un faro en medio del océano de la sociedad plástica que nos rodea, pues abarca, ropa, consumos, validación social, vínculos dañinos, materialismo, como también mejorar tu economía entre muchas otras acciones, para vivir una vida más ligera de equipaje.
¿Cómo podemos llevar el concepto de LRS (la riqueza de lo simple) a la acción? En lo práctico, una vida simple o minimalista es un llamado a repensar la forma en que interactuamos con el mundo material. Adoptar esta filosofía no significa renunciar a la adquisición, sino hacerlo de manera más reflexiva y consciente. Aquí, la calidad supera a la cantidad, y la durabilidad prevalece sobre la fugacidad de las modas impulsivas.
En ese sentido no puedo dejar de mencionar el mundo emocional y cómo estas influyen fuertemente en mis decisiones de compra. Las emociones incidentales, por ejemplo, son emociones que sentimos ante una decisión y que no guardan ninguna relación con dicha decisión, por ejemplo, la impulsividad, la frustración, la rabia, la tristeza, inciden en una compra de la que muchas veces luego nos arrepentimos o la incidencia del vendedor o el ambiente donde compramos, pero a diferencia de las emociones incidentales, las emociones integrales son emociones causadas por la decisión más consciente y reflexiva en la decisión de compra y ahí aparece, por ejemplo, la alegría, la calma y una sensación de bienestar que se genera un estado de ánimo más permanente, pues cuando pensamos en los efectos de la decisión o sus implicaciones estas emociones pueden ser muy útiles.
Acá algunos tips muy simples que pueden ser de ayuda y sobre todo trabajarlos con los hijos de temprana edad, dándole valor a una mirada distinta de lo material que nosotros no tuvimos. Partiendo por comprar calidad y no cantidad, acá la inversión en productos duraderos no solo es una elección sabia, sino que también reduce la cantidad de residuos, contribuyendo así a un futuro más sostenible, ahí va la toma de conciencia que mencionaba antes.
Por otro lado, liberemos espacio físico, digitalizando nuestro entorno. Por ejemplo, la tecnología nos ofrece la oportunidad de liberar espacio y preservar nuestras experiencias digitales, archivos, documentos que acumulan espacios. Un factor clave es eliminar y desprendernos de las cosas sin miedo, es un gran desafío, en mi caso cierro los ojos y suelto, puede parecer desafiante, pero es esencial. Identificar lo que realmente aporta valor y despedirse de lo material es liberador, es increíble lo que puede generar en nuestro bienestar emocional.
Pero hay un factor más valioso, es que como lo sumamos como familias, con nuestros hijos, nuestros adultos, en nuestra comunidad y en la sociedad misma, es decir en el sentido amplio de lo que esto significa, pues quienes adoptan la riqueza de lo simple (LRS) y tienen una mirada minimalista no son simplemente seguidores de una moda pasajera, sino que terminamos siendo ciudadanos comprometidos con un cambio profundo.
"La riqueza de lo simple" no es solo una tendencia, es una revolución silenciosa que te quiero invitar a repensar y sumarlo a tu vida, a nuestra relación con el mundo material. Al adoptar LRS, abrimos la puerta a una existencia más rica en experiencias que finalmente es lo único nuestro y que nos hace tener recompensas maravillosas y que quedan atesoradas en nuestro corazón, pues así es más ligera la vida de posesiones y más consciente en nuestras elecciones. En este viaje hacia lo esencial, descubrimos que la verdadera abundancia reside en la simplicidad. Por eso te hago esta pregunta ¿Estás listo para abrazar la riqueza de lo simple? ¿Qué harás? ¿La enseñarás a tus hijos? ¿Perderás el miedo? Me encantaría que me contaras.
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