Frente a una carta publicada en un diario de circulación nacional, en la que un lector dice tajantemente que se deberían "prohibir las mascotas en las cabinas de avión", que éstas "han inundado edificios y parques" y que la tenencia de animales "está impactando en la tasa de natalidad", propongo una reflexión. Si el tema central era criticar la presencia de mascotas en los aviones -lo que es completamente legítimo- el lector cometió el error de expresar un malestar sobre su presencia a todo nivel y en todo lugar.
Vamos por partes. Si para algunos, las mascotas son ingratas en medios de transporte, es innegable que hay muchos factores que pueden transformar un vuelo en una pesadilla. ¿A quién no le ha tocado un vecino de asiento que no respeta el espacio del otro, personas que golpean nuestro respaldo o recién nacidos que lloran sin cesar? Todos lo hemos vivido.
A diferencia de lo que plantea la carta con desdén, la mayoría tenemos claro que los animales no son humanos ni "perrihijos", pero tampoco son bienes muebles como lo consigna el Código Civil de nuestro país. El Tratado de Lisboa, y otros marcos legales, los reconocen como "seres sintientes". La Declaración de Cambridge (2012) va más allá, señalando que incluso tienen conciencia de sí mismos.
Según una investigación realizada en EE.UU., el 80% de los dueños afirma que tener una mascota los ayuda a sentirse acompañados. En España, ven en sus perros una fuente de apoyo emocional e incondicional. La presencia de un animal también es clave para personas mayores: Quienes sobrepasan los 55 años encuentran en sus mascotas una manera de mejorar su salud mental. En Tokio incluso se alquilan perros por horas, algo ciertamente controversial, pero que también refleja la necesidad de compañía en una sociedad cada vez más compleja. Si pensamos en Chile, según una encuesta de Cadem, 8 de cada 10 chilenos tiene al menos un animal de compañía. Esto debe ser un gran dolor de cabeza para alguien que cuestiona su presencia hasta en los parques.
Si volvemos al transporte, en muchos países, los animales pueden viajar en tren, para lo cual se paga una tarifa especial, lo que da legitimidad y formalidad al asunto. En ese contexto, jamás he visto un incidente, incluso recorriendo países con sistemas de transporte altamente demandados. En este punto cabe pasar a la legislación. La ley de Tenencia Responsable ha venido a suplir el error de equiparar a los animales con los muebles, estableciendo responsabilidades de los cuidadores. Es aquí donde estamos fallando, lo que da espacio a que algunas personas eleven el tono en estas materias.
Pese a la claridad de la norma, hay muchos que no cumplen con lo que establece: Registrar e identificar a las mascotas con un microchip, no abandonar ni maltratar, usar bozal para perros de razas catalogadas como potencialmente peligrosas, usar correa en espacios públicos, cumplir con el manejo sanitario/médico, recolectar heces y acatar la prohibición de peleas de animales, entre otros.
La ley también establece que las municipalidades deben dictar una ordenanza sobre la tenencia responsable de mascotas o animales de compañía y realizar la fiscalización de su cumplimiento. En este sentido es importante destacar el esfuerzo real que han hecho los municipios por cumplir con los programas de esterilización, algo que ha cambiado el panorama en materia de abandono.
Sin embargo, pareciera que no están fiscalizando "faltas" y por lo tanto vemos perros sin correa en calles y parques, sin bozales cuando corresponde o personas que simplemente no recogen las heces de sus perros. Es imprescindible que las municipalidades dediquen recursos y esfuerzos a hacer que se cumpla la ley. Ello permitiría un sano equilibrio. Lo mínimo que uno esperaría es no pisar excremento por la negligencia de un amo.
Aun así, es importante destacar la nueva conciencia sobre la responsabilidad animal, que se aprecia en el aumento de clínicas veterinarias, entrenadores, guarderías, paseadores y seguros médicos: Una buena señal que muestra compromiso con las mascotas y con hacerse cargo de asegurar una sana convivencia.
Contra todo pronóstico, esto también es resentido por algunas personas (de hecho, fue argumento de otra carta en relación con el mismo tema). Se trata de quienes argumentan que las mascotas están siendo sujeto de más cuidados que los propios niños. En primer lugar, lo obvio: ambas no son excluyentes. Más aún: estas personas, se equivocan al no reconocer que el cuidado de los animales es necesario para el bien común. Pero peor es la hipocresía: muchas tampoco son voluntarias ni donantes de ninguna iniciativa pro-infancia.
Considero que estos debates son necesarios para reflexionar, en este caso, sobre cómo ha evolucionado la relación humano-animal. Si volvemos al punto de inicio, es cierto que no todas las mascotas están aptas para viajar en avión o compartir espacios con personas y otros animales. Pero, como se ha expuesto, eso se soluciona con una tenencia responsable, en la que el dueño entiende y acata la ley.
Lo que sí es innegable es que la presencia de mascotas en la sociedad es un hecho, y su bienestar es una preocupación necesaria. Afortunadamente, hay aerolíneas que las aceptan en cabina. Ojalá muchas más se sumaran. Probablemente se puede mejorar la normativa, quizás se requiera un enfoque más creativo y organizar vuelos específicos que permitan mascotas, para que aquellos que rechazan su presencia, los eviten. Lo cierto es que, en el siglo XXI, las personas deben entender que los animales domésticos están dejando de criarse solo para peleas y carreras (aunque en esto falta mucho por hacer).
Los paradigmas cambian y vivir en sociedad requiere adaptaciones. Decir que los animales están promoviendo la baja natalidad o que "invaden" los parques es, simplemente, un exceso. Se desprende entonces que, en el contexto actual, se requieren dos cosas: asegurar que exista educación y fiscalización para la tenencia responsable, así como comprender la profundidad y alcance de los lazos entre humanos y animales. La práctica de estos principios permitirá promover y mejorar la convivencia.
Termino con una cita que representa la responsabilidad compartida de la que hablo: "Puedes juzgar el verdadero carácter de un hombre por la forma en que trata a sus compañeros animales", sir Paul McCartney.
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