En marzo, el mundo conmemora el Día de la Cero Discriminación y el Día Internacional de la Mujer, dos fechas que nos invitan a reflexionar sobre la igualdad y los derechos fundamentales. En la intersección de ambas, emerge una realidad de la que poco se habla: La de las mujeres en situación de discapacidad y dependencia, quienes enfrentan múltiples barreras que limitan su plena participación en la sociedad.
Las mujeres en situación de discapacidad enfrentan una doble barrera, la de género y la de discapacidad, lo que las expone a múltiples vulneraciones de derechos a lo largo de sus vidas. Desde la infancia hasta la adultez, muchas veces deben sortear obstáculos que limitan su acceso a la educación, salud, justicia y servicios, más cuando estas presentan dependencia. Estas restricciones, dificultan el ejercicio de derechos, lo que produce desinformación, violencia y discriminación y reduce su autonomía y capacidad de autodeterminación, perpetuando desigualdades estructurales que dificultan su plena inclusión en la sociedad.
Un ejemplo claro es la exposición a la violencia de quienes presentan dependencia física, por parte de sus parejas o personas cuidadoras, las que según la OMS, se exponen principalmente a comportamientos coercitivos y de control, como la retención de medicamentos, dispositivos de asistencia u otros aspectos de la atención, y el abuso económico, a lo que se suma el miedo a denunciar por temor a perder los cuidados, por falta de credibilidad o por que presentan dificultades comunicativas.
En Chile, las mujeres con discapacidad continúan enfrentando barreras que limitan su autonomía. Para avanzar hacia una sociedad más justa, es fundamental una agenda de inclusión efectiva que incorpore de manera transversal la perspectiva de género y discapacidad.
Para esto, es necesario poner el foco en las mujeres en situación de discapacidad y aún más con quienes tengan dependencia, fortaleciendo campañas informativas, favorecer accesibilidad a los espacios, ayudas técnicas, tecnologías accesibles además de políticas públicas focalizadas que aborden de manera transversal la igualdad de oportunidades y la generación de mecanismos que fortalezcan la autonomía y la autodeterminación.
En este mes de marzo, el llamado es claro: no podemos hablar de equidad de género sin incluir a las mujeres con discapacidad en la conversación. Construir una sociedad verdaderamente inclusiva y libre de discriminación es una responsabilidad colectiva.
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