Pocos adultos que vivieron su infancia en los 90 desconocen a la princesa Durazno, el personaje secundario de la franquicia de Nintendo Mario Bros. Ella siempre encerrada entre las paredes del castillo, nunca saltando contra el Koopa.
Sin un papel protagónico se ganó el cariño de los fans y desde su debut en 1985 su figura fue evolucionando lento, sin ideología.
Todo es más bien raro con ella, mientras es la soberana de un reino, espera ser rescatada por un plomero ¡ningún gesto político! qué acaso no tiene aliados en otros reinos, dónde están las suyas.
Las feministas de San Antonio no son nada como la princesa Durazno, nadan en aguas abiertas, se juntan en círculos, resisten enfundadas en capuchas rojas. Ellas, algunas desde los 90, incomodan al poder, cada año desde hace muchos años.
No se han perdido ningún 8M desde antes que se lo denominara así. Jamás se quedarían esperando ser rescatadas. No se me ocurre manifestación performática o política que no hayan copado estas feroces. Podría dar detalles de sus gestas pero proteger sus identidades también me parece prudente.
Lo que veo desde la admiración es a mujeres desafiando las formas de su época, al Estado y al Mercado por igual, en sus incapacidades crónicas. Mujeres impactando el mundo desde el territorio, entendieron muy pronto que la ciudad era una trinchera y que según explican resulta también tener una dimensión de género. Así se da cuenta en el compilado de diversas autoras “Por una Constitución Feminista”[1] afirman: “las ciudades no son solo un escenario de una sociedad capitalista: hacen parte del funcionamiento de este sistema”, ellas las feroces ya lo saben, nunca han abandonado la calle y ahora más encima están en las redes. Princesa Durazno no lo sabía.
Desde el territorio se encuentran las sanantoninas con las feministas populares y de clase a escala mundial. Pensar en ciudades construidas para ser útiles a todos, en la gestión comunitaria de los bienes de consumo, en evolucionar hacia un mandato social en que se devuelva poder a las pequeñas unidades decisorias o que los sujetos de derechos no lo sean en función de su capacidad productiva.
Como la ola es imparable y nadamos en aguas abiertas, nos tiramos no más. Pensar por ejemplo en la naturaleza como sujeto de derecho, el proceso constitucional ecuatoriano acuña una definición muy bonita, el sumak kawsay que se promulgó en su Constitución “Una nueva forma de convivencia ciudadana, en diversidad y armonía con la naturaleza, para alcanzar el buen vivir, el sumak kawsay;”. Aún cuando, coincidiendo con Alia Trabuco Zerán, quien hace suyas las críticas al Derecho, de Foucault, Butler o Agamben, es cuestionable si se trata de “una mera pantalla donde se proyecta la ilusión de una descripción, allí donde en realidad hay un prejuicio y la ficción de un consenso allí donde existe una imposición”[2].
Para terminar con esta analogía forzada a la Princesa Durazno, en 2006 obtiene tiene su propio juego Super Princess Peach y en Super Mario Galaxy en 2007 aparecen por primera vez en la franquicia otros personajes femeninos.
Mujeres impactando la arquitectura del patriarcado, con sus modos de ser y de hacer, hay en todos lados, cuestionando la supuesta neutralidad del Derecho, en la crianza, en la filosofía, en la educación, en las relaciones de pareja y en el amor romántico, lo que veo es saber acumulado floreciendo esperanzador, Durazno, de parecerse en algo a estas mujeres feministas, no habría Koopa, ni castillo, ni plomero.
[1] “Por una Constitución Feminista” compilado diversa autoras, compiladora Sofia Esther Brito, fot Val Palavecino, Pag 98 Gatica, Manríquez, Saavedra.
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