Patrones de fundo

Paradojas de la vida. Pareciera no haber mejor ejemplo de antónimo del adjetivo sutil, en su acepción de delicado, tenue, que el apellido de determinado personaje, quien se corresponde plenamente con el título de esta columna, tanto por el cargo que desempeña como por los comentarios que realiza.

Baste recordar que, ante la ausencia del ahora Presidente electo al debate de los empresarios, comentó: "Pudo subirse al árbol para tener señal". ¡Qué mayúscula falta de respeto! Pero, qué importa, tiene dinero y, por tanto, poder.

Giorgio Jackson reaccionó acertadamente, espetándole: "No todos son sus empleados, señor...". Lo cierto es que el señor delicado merecía no sólo ser espetado, sino también esputado por su dicho, expresión clara de la añeja y perversa mentalidad de patrón de fundo.

Pero quizá encontremos ejemplos también de sinónimos. Como olvidar las declaraciones de una "honorable" (porque en Chile tenemos honorables por decreto) quien, estableciendo quizá algún vínculo generado en las profundidades abismales del inconsciente, con su primer apellido, osó mandar para la casa al actual Presidente electo, porque no iba a lograr juntar las 30 mil firmas para la inscripción de su candidatura, sin mostrar, posteriormente, ningún atisbo de arrepentimiento; demostrando de pasada poseer un doctorado en "carepalismo" y que la actitud de patrón de fundo no es un privilegio reservado a la derecha de este país, por más que sean sus representantes más numerosos y conspicuos.

Otro prototipo de esta actitud lo constituye el marido de una honorable, quien denostó al humorista y chico bueno (bombero) Paul Vásquez, olvidando algunos actos de magia que realizó con unos dinerillos y que lo llevaron a que Renovación Nacional suspendiera su militancia. La respuesta de Vásquez, quien como bombero ha dado sobradas muestras de su compromiso con quienes más lo necesitan, fue notable, en una parte de ella dijo: "Me parece impresentable que una persona que ocupa un cargo público se refiera a otros a través del prejuicio, la falta de respeto y la intolerancia. Los mismos que se llenan la boca hablando de la paz. Esto sólo refleja su ignorancia, y peor aún, refleja que no creen en la posibilidad de las personas de rehabilitarse, de ganarle a la droga, de crecer".

Efectivamente, estos patrones niegan la característica quizá más propia del ser humano, su capacidad de cambio, de transformación, y cualquier discurso que tengan a favor de la rehabilitación no es más que una estrategia para ganar votos, flatus vocis.

Qué decir de ese ex-ministro, de apellido que no rima con nada, como decía una pancarta, y que afirmó: "no nos dejaremos gobernar por la calle" y, en el colmo de su sordera, que estábamos en guerra, siendo secundado minutos más tarde por su peculiar primo.

La expresión más reciente de lo dicho ha sido el comentado gesto de otro honorable, forzando a levantar más el brazo de una autoridad en una inauguración. Gesto dura y ampliamente criticado, y con toda razón. Un ministro lo blindó con un argumento muy delgado diciendo: "Los que conocemos al senador Coloma sabemos que esta no es una conducta habitual en él, todo lo contrario". Si algo quedó claro con su declaración fue que faltó groseramente a la verdad, porque o no lo conoce o justificó lo injustificable: es cuestión de mirar el video para ver lo espontáneo y natural del gesto del honorable, "le nació de adentro", prueba irrefutable de que es una costumbre... y la costumbre es ley, como decían los antiguos.

Felizmente, el tiempo de los patrones de fundo está llegando a su fin. Basta de abusos de poder. Tenemos ahora la oportunidad de construir un país fundado no en el competir sino en el compartir, estructuralmente (o constitucionalmente) solidario y, por ende, más humano, donde haya lugar para todos.

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