La conmemoración del Día Internacional de la Mujer de este año es completamente distinta a los años anteriores. Es un año donde vemos mayor articulación pública de las mujeres, quizás reactivada debido a los bullados casos de abuso que se han tomado las agendas informativas, en ámbitos masivos como el cine, la televisión, la política internacional y local, o a través de las miles de denuncias de mujeres a lo ancho del globo, que diariamente se masifican en las redes sociales gracias a un mayor acceso a la tecnología de la inmediatez.
El abuso, la discriminación y la violencia son parte del día a día de millones de mujeres, siendo solo algunos de los motivos para hacer de este 8 de Marzo, una jornada de expresión de nuestras demandas, las de mujeres a lo largo de Chile y del mundo.
Constantemente se ha criticado la consigna de huelga feminista, pero la realidad y la historia evidencian que solo mediante la organización y movilización hemos ganado batallas para obtener reconocimiento, más espacios de participación y mayor equidad a lo largo de la historia.
Sin movilización no hemos movido las agendas políticas: desde la dignidad laboral y el derecho a sufragio, la ley de cuotas de género, o aquellas que protegen a las mujeres en casos de violencia de género.
Hay muchas razones por las que las mujeres debemos plegarnos a la jornada de Huelga Feminista que lideran, no solo mujeres históricas dentro del movimiento feminista, sino que encabezan las nuevas generaciones de mujeres, una generación más rupturista con los esquemas patriarcales.
Ellas han salido a la calle para expresar un descontento, y han logrado visibilizar los factores que oprimen a millones de mujeres a lo largo del mundo.
Si bien hay avances, no hemos sido capaces como sociedad de terminar con el patriarcado y poner fin a la violencia, y es tarea de todas y todos generar acciones para avanzar hacia un trato igualitario.
Desde mi rol como Senadora, junto a la Red de Investigadoras de Chile hemos presentado un proyecto de Ley para tipificar el delito de acoso en el ámbito académico y extenderlo a todas las esferas educativas, así como he apoyado proyectos como la Ley de derechos reproductivos, de Amamantamiento y de identidad de género, siempre basada en el derecho soberano que tienen las mujeres sobre sus cuerpos y sus vidas.
Vienen nuevas luchas por delante: la equidad de los sueldos entre hombres y mujeres, los derechos de las mujeres que trabajan en sus hogares, la situación de las mujeres cuidadoras de personas postradas, etcétera.
Pero nada de esto cambia si es que las propias mujeres no nos plegamos de manera colectiva a estas demandas a fin de terminar con la cultura patriarcal.
El abuso, la discriminación y la violencia contra la mujer son vulneraciones que pueden acabar si es que las mujeres nos articulamos y visibilizamos nuestras demandas, defendemos nuestras propuestas y validamos nuestras capacidades.
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