La eliminación de la operación reversible en la Avenida Andrés Bello, que conecta las comunas de Santiago, Providencia y Las Condes, marca un hito significativo en la evolución de la planificación urbana y de la movilidad en la región. La reversibilidad -inaugurada en 1985- se implementó bajo un paradigma de movilidad centrado en el automóvil, con el objetivo de facilitar el desplazamiento rápido de los trabajadores desde el sector de Las Condes hacia el centro de Santiago. Casi cuatro décadas después, los patrones de movilidad urbana han experimentado una inversión notable, reflejando cambios profundos tanto en la estructura socioeconómica de la ciudad como en el patrón de desplazamientos.
En primer lugar, es importante considerar que la dinámica poblacional y los centros de actividad económica en Santiago han evolucionado de manera considerable. El crecimiento y desarrollo de comunas como Las Condes han convertido a estas áreas en importantes polos de atracción laboral, modificando así el flujo tradicional de movilidad. En este contexto, la persistencia de una infraestructura de movilidad diseñada para condiciones demográficas y económicas anteriores no solo resulta anacrónica sino también ineficiente. La operación reversible de Andrés Bello, concebida originalmente para beneficiar a una dirección de flujo específica, ha dejado de corresponderse con las necesidades mayoritarias de desplazamiento, favoreciendo a flujos minoritarios en detrimento de la mayoría que se desplaza en sentido contrario.
La seguridad vial es otro aspecto crítico en este análisis. Las vías reversibles, por su propia naturaleza, presentan desafíos significativos en términos de señalización y demarcación, lo cual confunde a conductores y peatones, incrementando el riesgo de accidentes. La pobre señalización y la confusión generada durante los cambios de horario son factores que contribuyen a una mayor incidencia de eventos de tránsito peligrosos. Además, la interferencia con el tránsito de vehículos de emergencia y el impacto negativo en el transporte público son consecuencias adicionales que merman la eficiencia y seguridad del sistema de movilidad urbana.
La decisión de eliminar la reversibilidad de Andrés Bello puede entenderse, por tanto, como una medida alineada con principios de movilidad sostenible y seguridad vial. Esta acción no solo busca mejorar la eficiencia en el desplazamiento de la mayoría de los usuarios sino que también representa un paso hacia la adecuación de la infraestructura vial, en sintonía con las necesidades actuales de la ciudadanía y los estándares de seguridad contemporáneos.
Sin embargo, la implementación de esta medida debe acompañarse de un enfoque integral que considere alternativas de movilidad sostenible y el fomento del transporte público, bicicletas y la movilidad peatonal. La reconfiguración de las dinámicas de transporte en Andrés Bello ofrece una oportunidad para repensar el espacio urbano, promoviendo una mayor equidad en el uso del espacio público y contribuyendo a la reducción de la congestión vehicular y la contaminación ambiental bajando la ciclovía a la calzada, devolviendo la vereda a los peatones y extendiendo las áreas verdes del Parque Uruguay.
La eliminación de la operación reversible en Avenida Andrés Bello debe ser vista no solo como el fin de una política de movilidad desfasada sino como un impulso hacia una visión más integrada y segura de la movilidad urbana. Es imperativo que la medida tomada en Andrés Bello sirva como catalizador para la reevaluación y, potencialmente, la eliminación de otras vías reversibles en la ciudad. La experiencia acumulada a través de este proceso puede ofrecer valiosas lecciones sobre los beneficios de adaptar la infraestructura de transporte a las dinámicas urbanas actuales y futuras. Esto implica no solo mejorar la eficiencia del tránsito y la seguridad vial sino también reforzar el compromiso con una movilidad urbana que priorice al ser humano y el medio ambiente sobre la conveniencia vehicular a corto plazo.
La transición hacia un sistema de movilidad más sostenible y seguro exige una visión holística que integre diversas formas de transporte y reconozca la importancia de diseñar espacios urbanos que fomenten la interacción social, la actividad económica y la sustentabilidad ambiental. En este sentido, el fin de la reversibilidad en Andrés Bello debe ser el inicio de un efecto dominó que impulse la transformación de otras vías reversibles, promoviendo así una reconfiguración más amplia de la movilidad urbana en Santiago. Este enfoque no solo beneficiará a los usuarios actuales del sistema de transporte sino que también dejará a futuras generaciones una ciudad más segura, eficiente y, sobre todo, más humana.
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