El transporte público es un actor clave en el funcionamiento de las ciudades, representando servicios críticos para la sociedad. La pandemia ha generado un impacto relevante en este modo a nivel mundial, reduciendo sustancialmente su demanda y afectando la sustentabilidad de estos sistemas en varias urbes El deterioro del transporte público (TP) tiene un impacto directo en las sociedades, al agravar los problemas de pobreza y exclusión social.
La disminución de la demanda del TP responde a la percepción de riesgo de contagio que tiene la población y a la diminución efectiva de los viajes, como consecuencia de los períodos de confinamiento y del aumento del teletrabajo. No existe un consenso respecto al riesgo de contagio en el transporte público ni tampoco evidencia empírica amplia respecto a su peligrosidad. Por ejemplo, Luo (2020) logró la trazabilidad de un pasajero del TP de la provincia de Hunan (China), que había sido contagiado previamente, estimando una proporción de contagio de 15%, pero en ausencia de medidas básicas de protección.
A partir de distintos estudios (Tirachini y Cats, 2020; Pardo et al. 2020), se han realizado recomendaciones de medidas para reducir significativamente el riesgo de contagio en el TP: Uso adecuado de mascarillas, distanciamiento físico (1-2 metros, pudiendo reducirse en el caso de vehículos bien ventilados), ventilación (renovación del 100% aire en un minuto o menos), sanitización permanente de superficies, evitar hablar durante el trayecto y reducción de tiempos de viaje (idealmente menores a 15 minutos).
El distanciamiento físico ha generado un desafío para la planificación del TP, ya que determina la reducción del número máximo de pasajeros por vehículo (40% de la capacidad inicial).
Una vez que finalice el período de confinamiento en la capital, se generará una presión sobre el sistema de transporte público ante el aumento de la demanda. Aún con el sistema de TP funcionando a capacidad, se generarán hacinamientos en los períodos punta, aumentando la percepción de riesgo ante la ausencia del distanciamiento físico.
Una forma de generar un mejor ajuste entre la oferta de transporte público (con distanciamiento físico) y la demanda de viajeros, es a través de acciones sobre esta última, con el propósito de reducir los períodos punta durante el día. Esto se puede lograr mediante un trabajo coordinado entre el Estado y el sector privado.
Por un lado, el incentivo real al teletrabajo, reduciendo los viajes no esenciales y, por otro, la flexibilización de horarios laborales en ciertos rubros. Asimismo, se debiera utilizar al máximo la capacidad de transporte del sistema durante todo el día.
El Estado deberá tomar un liderazgo real en este tema, ya que en caso contrario podría generar un deterioro del TP difícil de revertir en el largo plazo, con consecuencias relevantes sobre la calidad de vida en la ciudad.
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