Permítanme llevarlos a un escenario doméstico, el lavaplatos. Como todos sabemos, una esponja absorbe y entrega agua a medida que lo necesitamos (o apretamos en este caso).
Así, una cuidad esponja se define como una urbe en donde la capacidad de retención y liberación de las aguas lluvias está regulada por la presencia de infraestructura verde: jardines, humedales, superficies permeables al agua.
Sin embargo, en general, hemos construido nuestras ciudades de manera impermeable, algo así como ciudades plato.
A propósito de la discusión de la conservación de humedales, la vulnerabilidad de Chile frente al cambio climático y las posibles acciones de innovación y desarrollo tecnológico, en el CEHUM, y apoyados por la Red de Humedales Construidos de Chile (liderada por la U. de Concepción), hemos impulsado la idea de la utilización de humedales construidos para aminorar muchos de los impactos de la urbanización.
Quiero ser claro, la construcción de humedales construidos (valga aquí la redundancia) es absolutamente compatible con la conservación de los humedales naturales. En ningún caso es - ni debiese ser - un remplazo de los sistemas de humedales ya existentes, tan fundamentales para nuestra supervivencia por los servicios ecosistémicos que brindan.
Nuestra manera de urbanizar, de formar ciudades, es principalmente impermeable. Esto significa que la construcción de casas y carreteras impide un fenómeno natural fundamental, la infiltración del agua en el suelo.
Además, entre otras cosas, cuando la lluvia cae en una superficie impermeable, arrastra compuestos que pueden resultar contaminantes a través de los cursos de agua, terminando inevitablemente en el mar.
Esta contaminación, es el principal factor de cambio que afecta a los humedales en Latinoamérica, ya que éstos actúan como esponjas naturales, retienen y liberan agua según su saturación. También son capaces de depurar contaminantes, actuando como plantas “naturales” de tratamiento de aguas grises o servidas. Esto es muy conveniente, ya que usando soluciones basadas en la naturaleza podemos atacar un problema complejo como es la contaminación del agua.
Recientemente algunos expertos han propuesto la generación de “ciudades esponjas”.
La idea, es generar condiciones para que la lluvia se almacene en estructuras, denominada infraestructura verde, donde indudablemente la conservación de los humedales naturales es principal.
Junto con su mantención y cuidado, la construcción de jardines de agua, techos verdes, pavimento impermeable y humedales construidos son acciones concretas que podemos instalar para formar una ciudad esponja de modo de contrarrestar el escurrimiento masivo y depurar los contaminantes tóxicos.
Esta infraestructura verde además de evitar inundaciones en eventos de lluvias fuertes, es hermosa, atrae fauna y nos proporciona servicios de recreación.
Pero construir una ciudad esponja, además de lo mencionado, requiere de un planeamiento y ordenamiento territorial decidido, así como de legislación que apoye e incentive estas inversiones. Hoy en día, Chile tiene la capacidad técnica de innovar en la construcción de infraestructura verde, esperemos que en el corto plazo tengamos ciudades esponjas más amables para sus ciudadanos y resilientes al cambio climático.
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